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¡El Primer Encuentro Nacional de Drags sucedió!

Un grupo selecto de este arte performático compartió su talento de una manera más abierta que antes.

El pasado Pride Week, el cual celebró la diversidad y la igualdad de la comunidad LGBT en Panamá y que terminó con una gran fiesta que invadió Casco Antiguo, estuvo lleno de actividades y eventos que sirvieron a este propósito con una dinámica mucho más completa e inclusiva que en años anteriores. Hubo conversatorios, muestras de arte, fiestas temáticas y un ambiente general de camaradería aún en este país y ciudad altamente conservadores.

Un evento que me llamó la atención y que no pude perderme fue el Primer Encuentro Nacional de Drags de Panamá, que con un nombre tan formal y directo era casi inevitable ignorarlo. Los organizadores fueron el equipo de la revista online Strambotix.com, todos gestores culturales que en cinco años han realizado eventos y creado contenidos que se salen de lo común, con un guiño siempre hacia la comunidad LGBT. El fotógrafo Beto Ruiz lidera la iniciativa, y su motivación para llevar a cabo esta actividad fue simple: “democratizar y educar sobre el aprecio del arte del drag”, en sus palabras.

A estas alturas del siglo XXI el concepto del drag y las drag queens ya son más comunes y conocidos. La apertura de las sociedades más inclusivas ha ayudado a lograr esto, pero también mucho crédito se le da al mundialmente famoso RuPaul, quien con su programa televisivo RuPaul’s Drag Race se ha encargado de llevar esta subcultura de otra subcultura a la cultura general, valgan las redundancias. Actualmente en su décima temporada (¡eso es toda una década!), el show ha permitido que millones de hombres gais amantes del tema pudieran disfrutar de este entretenimiento en la celosa privacidad de sus hogares, no necesariamente en el bar o en el club como es costumbre, y también ha permitido que mujeres y hombres heterosexuales pudieran conocer y apreciar este arte.

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Alana Vincent como Cher.

¿Y por qué se dice que es un arte? La respuesta es clara. El hombre (o mujer) que hace drag requiere saber de teatro, actuación, canto, danza, maquillaje, vestuario y hasta decoración, esto considerando que la mayoría de estos performers se “auto producen”. Esto quiere decir que, en promedio, el drag queen tiene que conocer de cinco disciplinas artísticas para poder llevar a cabo su show como dios manda. Y eso no cualquiera…

Panamá no ha sido ajeno al fenómeno drag. Desde hace años existen drag queens reconocidas por su estilo y personalidad (Barbie Girl, La Belleza, Diosa Afrodita), ofreciendo shows frecuentemente en los bares gay de la ciudad (Balagan’s, Box, Space, Moat, MBClub). Uno de los objetivos del Primer Encuentro Nacional de Drags fue precisamente de sacar estos espectáculos de los lugares frecuentes y llevarlos “afuera”, por así decir, al público en general. El local en este caso fue Siroco, un restaurante bar en la Avenida B. de Casco Antiguo; el segundo piso, con su pared antigua de piedra de hace cien años, fue el escenario para que varios exponentes de este arte compartieran su show con el público. Y hablando de público, se podría decir que el 70% de los hombres y mujeres asistentes eran gay, mientras que el resto no. Esto es un avance (usualmente la audiencia de un drag show es 100% gay), y si consideramos que se llevó a cabo en un lunes, comenzando con paso firme la semana del Pride, pues la asistencia se hace todavía más loable.

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José Corró haciendo el Fashionista.

Charly Cheesecake fue la anfitriona de la noche junto a la “mujer biológica” Marce Barnes del programa Ají de NEXTV. Entre las que se presentaron estuvo Alana Vincent, reconocida como la principal imitadora de Cher en PTY que no defraudó; Cheesecake no se pudo contener y presentó un baile al ritmo de Diamonds are a Girl’s Best Friend, muy a la Marilyn; José Corró, un querido maquillsta y estilista, hizo algo diferente y salió “de hombre” con sombrero de copa y tuxedo cantando el clásico Fashionista de Jimmy James. Otra que sorprendió fue Lady Boo; de día ella es un ingeniero en sistemas con un doctorado, pero su alter ego lleva 15 años dedicándole tiempo, dinero y esfuerzo al arte del drag, ya que “esto expresa un sentir personal”; su look era como una Aunt Jemima animé, y ella se meneó y paseó por el escenario como toda una niña coqueta.

Mal por mí que no me pude quedar a ver a las otras tres performers L, pero salí del evento con una sonrisa en la boca. Porque después de todo ese es el propósito del drag queen: hacerte reír de las exageraciones de la vida, permitirte disfrutar de los lujos y de las rarezas caprichosas que nos encantan, todo con un estilo femenino/masculino digno de esos actores de la antigua Grecia o de tiempos de Shakespeare que representaban roles femeninos y masculinos en el escenario porque las mujeres tenían prohibido actuar para no faltar a la moral; o al igual que los onnagata del teatro Kabuki en Japón, quienes por las mismas razones (sin razón) se convertían en hermosas geishas que proyectaban con respeto la máxima belleza y fortaleza femenina.

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La edición 4 de 2003 de la revista Megáfono, la única publicación propiamente gay que ha surgido en Panamá (y con la cual colaboré varias veces), tuvo un spread con algunos de los drag del momento. Barbie Girl sigue activa hasta hoy.

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