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Italics en BOLD

Italics en BOLD

Uno entiende que las cosas van bien para la música en Panamá cuando esas ansias de esperar por mucho tiempo el disco de una banda que descubriste y que te pareció genial, yendo a cada toque para recibir tu dosis mientras fantaseas con poder escuchar sus canciones en tu carro o en la tarde en tu oficina, son provocadas por una agrupación nacional de una nueva generación de músicos del patio.

Tal fue el caso con Italics. Por lo menos para mí.

Su disco debut, el primero editado por el sello independiente panameño Nosebleed Records en octubre de 2015, es una pieza refinada en su desfachatez punk, cargada de actitud y estilo propio apoyada sobre cuatro firmes pilares de batería, guitarra, bajo y voz. Son 13 tracks grabados en el estudio de Poti García de Paredes y mezclados por Nacho Molino, dos músicos de la generación de punk panameño de los 90 que, entendiendo la rudeza del sonido, dejaron que la banda se mostrara tal y como es: cruda, en tu cara y altamente tripeable.

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El punto con el sonido de Italics es que evoca muchas cosas… y a la vez suena a ellos mismos. Hay una esencia rockera que captaron mientras encontraban su identidad, y al final del túnel salió una banda que entiende muy bien el rock del pasado y el presente. Algunos riffs son punk clásico, mientras otros arreglos pueden encajar con la camada de bandas alternativas de los últimos años (simples, irónicos, hasta bailables). La sección rítmica de Cat y Adolfo tienen groove y peso, mientras que la guitarra de Rober y la voz de Joe agregan los toques ásperos y afilados que completan el paquete.

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Y hablando del paquete, vale la pena comentar sobre el objeto en sí. Ya tenemos un par de bandas locales que recientemente han producido su trabajo en acetato o vinilo (Los Guayas y Lemmiwinks), y el disco de Italics lo llevó un paso más allá: 100 copias numeradas con discos de diferentes colores, transformando este mero disco de punk en un objeto musical digno de colección. El arte de tapa, una fotografía hecha por Joe, parece un cuadro medio sadomasoquista o un retrato de una modelo secuestrada en un desfile del difunto diseñador Alexander McQueen, es decir: no es una portada de punk cualquiera.

Sin meterme en un comentario de cada track, quiero decir que viendo los títulos y escuchando las letras uno encuentra a un grupo con algo que decir, ya sea sobre los cabreos con la sociedad, las vainas de la iglesia, las mujeres complicadas, la rabia interna o simplemente el pasarla bien con los amigos (¡el coro de “Elephant Duel” es un statement épico!). Y sobre el hecho de que canten en inglés, pues hoy en día da igual y no hace a una banda de un país latinoamericano más o menos meritoria el tomar este camino, sobre todo cuando el mensaje está allí y es honesto. Además, la voz de Joe tiene un carácter ruda e intenso, como un Bruce Springsteen pasado de molly, al cual aunque no le entiendas claramente todo lo que te está cantando sabes que lo que está diciendo viene de un lugar real. De todas maneras el disco tiene los lyrics escritos en puño y letra del autor, para que no se quejen.

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Aunque los chicos de Italics no se hubieran tomado el tiempo (¿casi dos años?) y el e$fuerzo para hacer una producción tan cool y refinada con su disco debut, las canciones y el estilo propio están allí y eso es lo que cuenta. Punto.