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Las mañas chistosas de Toc Toc

La exitosa comedia internacional regresó a las tablas panameñas para una temporada más de humor trastornado.

Mi diccionario online favorito define la palabra “maña” como “destreza, habilidad; astucia; vicio de mala costumbre”. La aclamada obra teatral Toc Toc, presentada en el Teatro La Estación del siete de marzo al veintidós de abril, estuvo llena de mañas que, siguiendo la definición del término, mostraron la destreza de sus actores, la astucia de su director y las “malas costumbres” de las personas que parecen del trastorno obsesivo compulsivo (TOC).

La premisa es simple: un grupo de pacientes que sufren de diversos niveles y formas de TOC coinciden en la sala de un terapeuta especializado, esperando recibir una cura para el mal que los aqueja. Ante la demora del doc doc, los pacientes comienzan a conocerse y terminan improvisando su propia sesión de terapia.

La obra fue escrita por dramaturgo francés Laurent Baffie, quien más que burlarse de una condición real humaniza a aquellos que la padecen con empatía. Odette Versailles es María, una santurrona trabada con revisar constantemente dónde están sus llaves o si dejó la luz/gas/agua abiertos en su casa; Stella Lauri es Lili, una chica aparentemente normal que tiene que repetir todo dos veces todo dos veces; Arturo Wong Sagel es Fred, un señor conservador que al padecer Síndrome de Tourette’s posee tics constantes y no puede evitar decir vulgaridades impulsivamente; Paulette Thomas es Blanca, una señora elegante obsesionada con la limpieza; Juanxo Villaverde es Pep, un joven atrapado por el orden y los patrones; y finalmente está Carlos Caballero como Camilo, un taxista que no puede parar de contar y comparar todos los detalles numéricos de la vida.

El director fue Edwin Cedeño, aclamado realizador de teatro panameño que ha producido desde los musicales más grandes (Cats, El violinista en el tejado, Evita) hasta las obras más atrevidas (Cock, Bent, La cena de los idiotas). Para él, montar Toc Toc ha de haber sido como un proyecto minimalista a prueba de tontos: un guión cómico impecable que no para, un montaje sencillo sin complicaciones y un grupo de actores destacados que resultan perfectos para cada papel. Estos elementos son los que prácticamente garantizan el éxito de esta obra, y la astucia del director está en ponerlo todo a funcionar.

En esta versión de Toc Toc, que ha sido montada en Panamá tres veces previas, la revelación actoral es del joven Villaverde. Su Pep fue sensible, inquieto y por momentos conmovedor, un arco dramático que dentro de un rol cómico demuestra versatilidad. Lauri tuvo una tarea complicada al tener que repetir sus líneas dos veces con un tono ligeramente distinto cada vez, algo que suena sencillo en teoría pero que ha de resultar intimidante en escena. Versailles capta totalmente la onda de esas señoras que, además de amarrar todo a dios y a la oración, nunca ven las fallas propias pero sí las de los demás; Caballero, un gran comediante lleno de energía y presencia escénica, asombra por su letanía de números y cifras que cita o calcula, algunas de ellas probablemente inventadas para propósitos dramáticos más que matemáticos. El también dramaturgo y director Wong Sagel muestra su gran talento como actor, con un Fred que nunca para de mover su cuerpo y que tiene la dicha de poder decir los insultos más vulgares en público sin mayor consecuencia (la obra empieza y termina con él sólo en escena diciendo “¡que le den por el culo!” al principio y finalizando con un sabroso e internacional “¡fuck you!”). Thomas y Ana Alejandra Carrizo, esta última interpretando a la asistente del doctor ausente, sirven más de apoyo para los otros personajes, aunque no se van sin provocar carcajadas por cuenta propia.

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Al principio cada "loco" se sorprende de las mañas ajenas.

El ritmo cómico de Toc Toc es ágil y conecta desde el insulto inicial. En vez de convertirse en una caricatura de estos personajes con condiciones exageradas y poco comunes, cada uno logra proyectar cierta humanidad y solidaridad que solo se percibe cuando un grupo de personas ha pasado por una experiencia traumática mutua. Los pacientes de esta obra entienden que hay otros como ellos que quizás hasta están peor, y por eso se abren a crear confianza para tratar de controlar su aparentemente incurable condición.

La única nota discordante para su servidor fue el acento paisa que se le dio al personaje de Carrizo, el cual quizás chocaba con el resto del tono cómico de la obra y con la controlada interpretación de los otros actores. Al indagar un poco me enteré que esto fue una decisión propia del director ante la readaptación: el personaje de la asistente, interpretado por la misma actriz, antes había tenido otros acentos y ahora quisieron variarlo y se quedó en Medellín. Pudo haber sido de cualquier lado (argentino, venezolano, mexicano) pero resulta que debido a varias telenovelas y personajes cómicos importados del país vecino, al panameño promedio le mata de la risa cómo hablan los paisas.

Este nuevo montaje de Toc Toc, producido por el equipo del Teatro La Estación, representa sin duda otro éxito para el director, los actores participantes y para los productores. Aunque las comedias sean el tipo de obras teatrales que más público jalan en Panamá, son pocas las que logran una combinación tan simple y eficiente de todos sus elementos.

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El juego de mesa Monopolio como herramienta de terapia de grupo.