Return to site

Los diablos rojos en la memoria del arte panameño

Aquí viene el bus, que mueve a la masa,

Llevando salsa por donde pasa.

Porque mi bus es máquina de colores,

mezcla de razas, clases y olores.

El chof está cool, sentado en su silla,

anteojos negros y su peinilla,

Viceroy y su toalla de a cuara;

Y en las ventanas, nombres de jevas,

‘Gloria, María, Marcela y Ana’,

y arriba escrito ‘Hijos predilectos, ay de la revolución,

no me rompan los asientos’.

Mi Bus, Pedrito Altamiranda (1981)

Conexión de ruta

Cada panameño –para bien o para mal– posee un recuerdo propio sobre los diablos rojos. En mi caso es uno positivo: el paseo desde mi colegio en Perejil hasta mi barrio en Betania, saliendo temprano durante los días de exámenes finales en mi último año de secundaria, probando un poco de la libertad adulta de moverme solo en un transporte público por primera vez. Su carácter icónico o cultural me era ajeno entonces, pero la asociación que se guardó en mi cabeza siempre fue una de libertad.

Años más tarde, convertido en un periodista y escritor, reviví ese sentimiento de diablos rojos, juventud y libertad en Pavorreal, una historia de mi libro Purgatorio tropical. En ella un atractivo “pavo” de diablo rojo, esos que gritan las paradas para el chofer y se ligan a las pasajeras, se hace la ilusión de seguir la tradición familiar de ser chofer de bus, aunque aspirando a algo más: manejar un flamante y moderno transporte de la empresa estatal MetroBus, la cual se había establecido para reemplazar a este transporte de antaño.

Esta afinidad por publicar y resaltar la cultura nacional, sobre todo la popular, volvió a surgir con entusiasmo cuando me enteré del lanzamiento del libro Diablos Rojos “Forever”, de Mónica Guardia y Julia Regales, en diciembre de 2017. No había podido ir al lanzamiento o conseguirlo para comprarlo, hasta que varios meses después un encuentro casual me puso frente a una de las autoras, Guardia, y ella me obsequió una copia. La espera valió la pena y el regalo fue apreciado, porque una vez que abrí esa pesada tapa de “coffee table book” de lujo pude perderme en un mundo de arte kistch e idiosincrasia panameña que me llenó de orgullo e inspiración profesional.

broken image

Portada de Diablos Rojos "Forever".

Aunque otros intelectuales panameños ya habían hecho trabajos sobre el tema, como el antropólogo Stanley Heckadon y el sociólogo Alfredo Figueroa Navarro, el trabajo de Guardia y Regales es el único que se ha hecho hasta el momento con tanta profundidad y calidad estética. Ese sentimiento que las autoras tuvieron de haber logrado una exclusiva, y de hacer un trabajo periodístico y literario formal sobre un tema de cultura nacional, yo también lo compartía: meses antes de recibir mi copia de su libro había publicado uno propio sobre un panameño ilustre, alrededor del cual había mucha historia patria inédita hasta que publiqué mis investigaciones.

broken image

La contraportada explica los dos términos nuevos ideados por las autoras: el adjetivo diablorrojístico y el sustantivo de "rabipana".

Estos vínculos, aunados al deseo de correr la voz sobre un libro que consideraba importante, me llevaron a entrevistar a Guardia y conocer sobre su experiencia, explorando además en un espectro amplio la relación entre los diablos rojos y el arte nacional.

El arte de los buses

Sentada en la grandiosa intimidad de una sala de conferencias vacía de las Islas de Atlapa durante la Feria del Libro de 2018, Guardia habla con entusiasmo y modestia sobre su libro. “Es divertido cuando te hacen preguntas a ti. ¡Generalmente yo soy la entrevistadora”, comenta la autora con cierta inocencia.

Mónica Guardia fue, por muchos años, una periodista para los diarios La Prensa y La Estrella de Panamá. De disposición dinámica y mirada curiosa, siempre se ha mantenido activa en su profesión. Tras un cambio en su vida personal y profesional en el que laboró haciendo mercadeo para la empresa internacional de contadores KPMG durante varios años, las letras la volvieron a llamar, y en 2012 ganó el premio Ricardo Miró en la categoría teatro por la obra Milagros de la fe, logrando su primera publicación.

La nueva autora también daba clases de periodismo en la Universidad de Panamá. En uno de sus grupos conoció a una estudiante cuyo padre era transportista, y en conversaciones ella le mostró a su profesora un poco de la subcultura de los buses; la curiosidad periodística le picó, así que Guardia comenzó a investigar sobre el tema, primero haciendo fotos y videos de diablos rojos icónicos, como el mítico Sir Lennox, y luego entrevistando al padre de su estudiante y los allegados de él.

Un proyecto de libro fue tomando forma. Guardia quiso compartirlo y llamó a Julia Regales, una escritora, periodista, gestora cultural y empresaria que también era su amiga y mentora; la invitó a colaborar, y pronto ambas lograron una dinámica eficiente en las que cada una revisaba los textos de la otra, además de respetarse sus respectivos estilos y tonos de redacción.

broken image

El diseño, la fotografía y la impresión del libro son de primera.

“Fue una gran satisfacción, sobre todo sabiendo que había estado engavetado por tres años”, comenta Guardia, aludiendo al hecho de que después de un año de investigar el tema y producir el libro, el proyecto se estancó durante más de tres años por falta de patrocinios. “Tratamos de buscar patrocinadores, pero es un tema un poco complicado ya que la gente, los que pagan esto, no querían identificarse con los diablos rojos”. Con el apoyo de Fernando Sucre, un abogado interesado en la publicación de libros, imprimieron 500 ejemplares que se vendieron a cincuenta dólares. A los seis meses ya se habían agotado.

¿Y por qué uno le diría “biblia” a este texto sobre los diablos rojos? El libro de Guardia y Regales se percibe como un trabajo académico en el detalle de su información, combinando esa cualidad sutilmente con el tono más accesible de un libro de arte.

Esta rama del arte popular, hecha por talentos que están fuera de los círculos de los pintores formales, es comentada y analizada con respeto, elevándola a un lugar propio y merecido. Por ejemplo, se estudia como los paisajes pintados en ciertas partes de los buses fueron pasando por diversas etapas, con escenas bucólicas de montañas europeas en un principio que luego fueron reemplazadas por vistas de la campiña panameña, hasta llegar a escenas alucinantes de castillos medievales e imágenes de fantasía.

broken image

Las figuras masculinas y femeninas retratadas son vistas bajo el lente de los arquetipos del psicólogo Carl Jung. Se refieren al guerrero, el hechicero, el amante o poeta, el rey, el transgresor, el villano, el bufón y la bestia, lo cual se refleja en los retratos de salseros, vikingos, personajes de cómics y demás figuras inspiradoras del universo pop que plasmaban en las carrocerías. El caso es similar en las mujeres: esas princesas y vírgenes y seductoras representan imágenes femeninas del imaginario de estos artistas, algo sumisas en un escenario creativo que era claramente masculino y tradicionalmente machista.

Otro análisis importante que anotan las autoras es sobre el “lenguaje diablorrojístico”, desglosando el estilo y aporte de los principales artistas de este género pictórico nacional. Como cualquier movimiento artístico, hubo pioneros que establecieron un estándar, pupilos que siguieron sus pasos y aportaron algo propio, y talentos más contemporáneos que rompieron con lo anterior a su manera.

broken image

Este libro llega a analizar el tipo de música que ponían estas discotecas andantes, vilipendiadas en sus últimos años por el escándalo de sus aparatos de sonido al igual que por sus motores sin mantenimiento. La salsa, reggae y la música tropical panameña eran parte de su soundtrack, y las autoras analizan las letras de algunos temas populares que reflejaban la idiosincrasia o feeling de los buseros.

A pesar de un logro tan importante, Mónica Guardia quedó con ganas de más: le interesa hacer una edición bilingüe que incluya más fotos de Sandra Eleta, artista panameña que documentó exhaustivamente el mundo de los diablos rojos. Y es que esta fotógrafa ha sido la piedra angular a la hora de proyectar a estas coloridas máquinas como iconos de la cultura popular.

broken image

Los buses en el arte

Para el beneficio del público amante del arte, y de la historia de la cultura nacional como tal, existen varias obras y eventos que, precediendo a Diablos Rojos “Forever”, conectan a este extinto transporte con el mundo artístico.

En la década de los 80 Sandra Eleta produjo Sirenata en B, una pieza de video arte de casi veinte minutos que era alucinante, vanguardista y conmovedora por partes iguales. Hecha a base de fotografías e incorporando efectos especiales digitales que eran innovadores para la época, las imágenes muestran las decoraciones y estética de estos transportes, y terminando con un bus que despega por los aires y vuela sobre la ciudad en una estela de luces neón multicolor.

En 2006 el arte de los diablos rojos cruzó el charco. Óscar Melgar y Jesús Javier Jaime, dos de los principales exponentes del estilo peculiar de ilustración de estos transportes, fueron invitados a la Bienal de Arte de Liverpool en Inglaterra por el curador cubano Gerardo Mosquera. El dúo de artistas decoró dos transportes a su estilo pero usando elementos estéticos de comunidades locales, y un tercero completamente a lo panameño. Una noticia alusiva publicada en el diario El Panamá América señala: “Mosquera, que ha viajado por toda Latinoamérica y buena parte del mundo, asegura que nunca ha encontrado verdaderas obras de arte móviles como las que hay en Panamá e insta a que se haga un libro ilustrado sobre el tema antes de que vaya a desaparecer la tradición”.

En el ocaso de los diablos rojos el zeitgeist nacional ya estaba más abierto a verlos como expresiones artísticas propiamente dichas, en vez de solo tomarlos como máquinas en decadencia que eran parte de un sistema anticuado. Todos recordamos los contaminantes, las docenas de muertes por atropellos, los choferes que rompían la ley flagrantemente, la oferta baja para la demanda de una ciudad creciente…

Una de las primeras en tomar la iniciativa fue la artista multidisciplinaria María Raquel Cochez, quien en 2010 comisionó a un pintor de la escuela diablorrojística para pintar su retrato en la puerta trasera de tres buses. En un discurso creativo que combatía los cánones establecidos de la belleza femenina, Cochez creó tres retratos suyos al estilo de una celebridad contemporánea, con escotes, cabello largo y poses sensuales. Debajo de sus retratos, en un espacio en la defensa del bus que suele tener un pregón filosófico o astuto, la artista pidió que se escribiera “Yo [corazón] el bypass gástrico”, con una carita feliz en la última o. Estos buses estuvieron rodando dos meses.

broken image

En 2012 los diablos se vistieron de lujo a la francesa. Las vitrinas de las boutiques de la marca Hermès son reconocidas por su creatividad juguetona, siempre conectada a los conceptos de esta casa de moda y a los productos de cada temporada. Con el paso del tiempo como concepto base para las vitrinas de ese año, la multifacética Mariana Núñez y su equipo tuvieron la idea de rendir homenaje a los diablos rojos como iconos culturales de “un tiempo que se despide”, coincidiendo con la salida de estos buses de la circulación regular. Ellos rescataron un diablo entero ya desechado, lo “desmembraron” por segmentos, le comisionaron nuevas ilustraciones alegóricas a Panamá y luego los montaron en 13 nichos de vitrinas de la tienda Hermès, ubicada en área de lujo del centro comercial Multiplaza Pacific. El efecto logrado fue el de meter un bus dentro de la boutique, permitiendo que los productos de la marca fueran mostrados en conjunto con las coloridas piezas que resultaron. ¿La reacción? Sorpresa, asombro y orgullo.

broken image

Personal de la boutique Hermès ayudó al equipo de Mariana Núñez con el montaje. La yuxtaposición del lujo con lo popular fue genial.

La galería de arte Allegro llevó a cabo en julio de 2013 la exhibición Cementerio de Diablos, de la fotógrafa panameña Sofía Verzbolovskis, que incluyó 23 fotografías de los dinosaurios de metal pintados de colores que esperaban ser convertidos en chatarra en un campo en el área de Howard/Veracruz. La muestra incluyó un video alusivo hecho por Rose Marie Cromwell, una estadounidense que estudió la cultura popular panameña, y un ensayo de Peter Szok, un doctor en historia de la universidad TCU de Texas que ya había publicado un trabajo anterior sobre los diablos titulado Wolf Tracks - Popular Art and Re-Africanization in Twentieth-Century Panama. La galería describió el proyecto así: “la muestra es una celebración de nuestra esencia y un llamado de alerta para que no dejemos perder esas tradiciones culturales e históricas que han hecho de Panamá un lugar único en el mundo”.

broken image

Sirenata en B fue proyectada en el contexto de este evento, permitiéndome verla por primera vez. La impresión fue tal que la usé como fondo para una presentación de mi banda de rock, Uva, realizada en el bar El Sótano en octubre de ese mismo año. Ha sido la única ocasión en la que esta pieza ha sido exhibida al público de este género musical. Con una iniciativa similar a la de Mónica Guardia, y en el mismo año en el que ella comenzó a trabajar su libro, ambos habíamos coincidido en el deseo de compartir el arte de los diablos rojos mucho antes de conocernos.

En 2014 vino la Bienal del Sur, un ambicioso proyecto artístico promovido por el Municipio de Panamá. En él hubo dos muestras contundentes que tenían al diablo rojo como base conceptual. La primera y más impresionante fue la exhibición Diablos rojos por mí llorarás, también de Eleta, que en una sala adaptada del Figali Convention Center ubicó puertas traseras y extractos de carrocería de diablo rojo mostrando sus ilustraciones y retratos más memorables, como Fantomas, Rubén Blades, Ismael Rivera y Sandokan. Estas piezas fueron rescatadas y restauradas del antes mencionado “cementerio” de diablos rojos por la artista, y presentadas en una enorme sala blanca que las hizo ver en todo su esplendor de cultura pop.

broken image

El artista y periodista español radicado en Panamá, Ehrior Sanabria, logró participar de la Bienal del Sur con otra muestra a base de diablos rojos. Titulada Enlaces; isla mar y arte, su obra consistía en tres “esculturas” de casi una tonelada “en forma de prismas” hechas a base de las carrocerías desechadas de estos buses también rescatadas del camposanto busístico. El producto final creó tres monolitos donde los colores y frases alusivas de estos transportes quedaban insinuadas o distorsionadas.

Más recientemente, los diablos rojos hicieron su entrada en el cine. Este año se comenzó a filmar Diablo Rojo (PTY), una película panameña de terror que espera estrenarse en 2019. Su realización fue un logro interesante debido a que la película fue la ganadora del Concurso Fondo Cine de 2017 que ofrece la Dirección General de Cine del Ministerio de Comercio e Industrias, en la categoría de largometraje, obteniendo fondos de un cuarto de millón de dólares para la producción. Esta propuesta de la realizadora Sol Moreno superó a proyectos de otros directores de mayor experiencia, y con una historia del género “serie B” en la que un chofer y su pavo confrontan a una maldición con brujas y seres misteriosos extraídos de leyendas populares de la provincia de Chiriquí. Su estreno representará un hito interesante para el cine nacional y los ahora históricos diablos rojos.

En un país joven como Panamá, conceptos como “memoria histórica” y “acervo cultural” aún son algo que se está definiendo sobre la marcha. La invasión de 1989 es un buen ejemplo: existen obras de teatro, de literatura y de artes plásticas que la han usado como inspiración en años recientes, expresando un sentir profundo por un acontecimiento notorio que todavía no es enseñado en las escuelas de una manera formal, ni reconocido institucionalmente como un duelo nacional. A pesar de que cierta idiosincrasia trate de barrer este hecho bajo la alfombra de la historia, el arte habrá dejado insumos que lo harán trascender en el tiempo.

Así también pasa con los diablos rojos. Hoy en día tenemos el advenimiento del metro, junto con los servicios de MiBus y MetroBus, pero el fantasma de los diablos se resiste a desaparecer por completo, ya sea en las chivas parranderas, en algunas rutas de la ciudad y el interior, en los anales del arte contemporáneo o en la memoria de aquellos que los vimos en todo su esplendor.

broken image

Otra imagen de Diablos Rojos "Forever", esta mostrando a los usuarios.

Este texto es en resultado del taller de Periodismo Cultural ofrecido por el colectivo de periodistas Concolón en el marco de la Feria del Libro Panamá 2018. Gracias al facilitador, el periodista y escritor Héctor Feliciano, y a todos los colegas participantes cuyas opiniones dieron forma a esta pieza.