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Una trumpada para Donald
Una trumpada para Donald

Lo más cerca que he estado del multimillonario estadounidense Donald Trump fue en la final de Miss Universo 2003. Ambos estuvimos en el Figali Convention Center de en la ciudad de Panamá viendo a una hermosa dominicana llevarse la corona; la modelo panameña Justine Pasek era la reina saliente. Recuerdo haber pensado en ese entonces en por qué un tipo de bienes raíces querría tener la franquicia de un certamen de belleza. La respuesta me llegó años después (él promueve estándares, en este caso estéticos), y a diferencia de otras personas enfocadas en el estatus y en ambiciones de nuevo rico, yo no quiero volver a estar en el mismo espacio que este señor.

Trump tiene todo el crédito de ser un empresario con agallas. En el programa tipo reality que protagonizó por varias temporadas hace algunos años, The Apprentice, en el cual celebridades competían para ver cuál era el aprendiz de jefe más ambicioso, dejó claro con su estilo directo, a veces burdo y claramente ensimismado que a este señor solo lo ha de parar la muerte, y que le importa muy poco lo que piensen de él (porque él sabe que es él mejor y tiene más dinero que tu). Esta actitud le ha permitido llegar hasta donde está, con sus billones, edificios, hoteles, casinos y empresas varias, y de igual manera le ha valido la fama de pesado y testarudo que bien lo define.

Pues resulta que este personaje ahora está en la candidatura del partido Republicano de Estados Unidos para lanzarse a la presidencia en las próximas elecciones, compitiendo contra el miembro más pequeño pero estable del clan Bush. Ambos son conservadores, pero Trump podría decirse que es ultra conservador, apelando a los viejos y tradicionales valores que llevaron a las élites blancas del este Americano al poder desde la llegada del Mayflower.

Lo que oculta el pelo

La campaña de Trump ha sido todo un espectáculo mediático desde el principio. Este candidato no tiene pelos en la lengua y carece de esa barrera mental que te impide decir cosas inapropiadas en público. En esa línea el señor criticó a un veterano de guerra de su país, alegando que su heroísmo solo se debía a que había sido prisionero por cinco años; que este individuo sea el senador John McCain, un político íntegro de su mismo partido, no le causó mayor problema.

Trump le ha tomado especial cariño a la enorme comunidad mexicana de Estados Unidos, diciendo que los que cruzan la frontera son puros criminales y violadores. Ante estos comentarios xenofóbicos la reacción de empresas e individuos ha sido rotunda. Univisión rompió su contrato con la Organización Miss Universo, con varios países latinoamericanos rechazando su participación en el certamen; por supuesto que el candidato demandó a la televisora por 500 millones por incumplimiento de contrato. La NBC y Televisa también decidieron cortar por lo limpio, al igual que el magnate Carlos Slim. Lo último ha sido la batalla que le ha declarado al periodista Jorge Ramos, a quien recientemente sacó de una conferencia de prensa -rechazando responderle a sus preguntas- y posteriormente publicando su teléfono en redes sociales para que otros le hicieran la vida imposible a este responsable periodista. “¿Me quieres molestar? Pues yo te puedo molestar mejor” parecer ser una máxima trumpesca.

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Estas críticas le han costado millones de dólares a Trump y sin embargo su popularidad en las primarias de su partido sigue en ascenso. ¿Cómo se explica entonces que semejante insensato sea tan popular? ¿Cómo puedes depositar tu confianza en un tipo con una cabellera tan atroz, que obviamente tapa una seria calvicie? Dice mucho de un hombre el hecho de querer encubrir (con tintes horribles, gorras promocionales o peinados surrealistas) su imagen real; y es precisamente eso lo que Trump vende, una imagen de éxito, donde el dinero y una esposa trofeo implican un valor por encima de otras virtudes. Después de un Obama que ha decepcionado en su ejecución (a pesar de todo el cambio que propuso), y con un país dividido por problemas raciales y sufriendo de un desgaste militar, muchos buscan a alguien que agite las cosas y ofrezca seguridad. Pero fortalecer el muro a lo largo del Río Bravo y rechazar la realidad migratoria del mundo de hoy, menospreciado a una comunidad entera, no son una solución propia de un ser pensante en el siglo XXI.

No tengo que ser de origen latinoamericano para querer darle una trumpada al despeinado Donald, y creo que en su país hay otros indignados con el mismo deseo… porque si este tipo gana será él el que nos haga un knockout político a todos.  

Publicado en revista Caras Centroamérica, octubre 2015.