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10 errores comunes en libros 

Como escritor y editor de libros con 21 años de experiencia, además de como lector ávido y atento, me he dado cuenta que no todos los libros son perfectos. 

Ok, ok, quizás decir que un libro es “perfecto” es demasiado. Nada es perfecto. Aquí me quiero referir a errores, unos grandes, otros chicos, pero errores al fin y al cabo. Y dependiendo de la frecuencia o incidencia de ellos en el texto de un libro, estos fallos pueden decir mucho de los autores y sus editores (o la carencia de). 

El punto es que en la era de Kindle, en la que casi cualquier persona puede autopublicarse sin necesidad de una editorial formal, hay muchos libros llenos de errores que me causan pesar, porque pienso que con un par de ajustes puntuales se pudieron haber evitado situaciones como las que comentaré a continuación. 

Lo peor, queridos amigos y lectores, ¡es que estos errores también los encuentro en libros publicados por editoriales formales! Eso me da a entender que hay todo tipo de editoriales, aquí, en México, en España, donde sea, que publican cualquier cosa, y que cuyos editores tienen sus propios estándares. Bien por ellos. 

Estos errores los encuentro a cada rato. De hecho, al momento estoy leyendo un libro que tiene algunos de ellos. Antes de frustrarme y alzar las manos al cielo preguntándome “¿Por qué? ¡Por qué!”, prefiero comentarles estas observaciones puntuales para que les sean de utilidad, agregando consejos que les pueden ayudar a producir un documento escrito de la mejor calidad posible. 

1-Faltas de ortografía

Palabras sin tilde o mal escritas. Abuso de los puntos suspensivos o carencia de puntos. Estos son algunos errores comunes en libros que se resuelven teniendo un editor atento y/o un corrector de ortografía y estilo. Confesión: así como dicen que “hasta en las mejores familias”, muchos libros tienen errores de este tipo, incluso libros de autores reconocidos y de editoriales de renombre. Mis libros tienen varios errores, de hecho, muy a mi pesar. 

Esto sucede porque la corrección de textos es un trabajo duro, y hay editores y editores. El diario La Prensa, que en su mejor momento tenía varios editores y correctores de turno, incluso llegó a tener un concurso de “gazapos”, en el cual incentivaba a los lectores a encontrar este tipo de errores gramaticales que incluso se le escapaban a todo su equipo. 

Hay cuentos de un párrafo, pero una novela debe tener mínimo 60,000 palabras. ¡Esas son muchas palabras para revisar! Los ojos se vician y no ven ciertas cosas, por eso se recomienda que varios pares de ojos, mínimo dos, máximo tres o cuatro, revisen un libro antes de publicarlo. Incluso entonces hay riesgo de error, pero el riesgo es mínimo y puedes vivir con él. 

Con esto quiero decir que aunque las faltas de ortografía, sintaxis y estilo sean inevitables hasta cierto punto en un texto largo, su exceso dentro de una publicación, y lo he visto, me denota mucha falta de profesionalismo. 

Este problema se arregla contratando, primero, a un editor de experiencia, de preferencia alguien que entienda el tipo de libro que hiciste. Y segundo con un corrector que le de una revisada final a todo. Entre todos, el autor incluido, captarán las fallas y lograrán un libro lo más óptimo lingüísticamente posible. 

2-Comitis aguda

El uso correcto de las comas es un arte. El abuso de ellas, por otro lado, es lo más común que hay. Las comas tienen su lugar, se usan para marcar pausas cortas en frases u oraciones conectadas. No se usan para marcar pausas más fuertes, para eso son los puntos finales o seguidos. 

El tema es que la persona promedio sin formación de redacción tiende a sub utilizar las comas, o peor, abusar de ellas, pensando que van donde tienen que ir porque sí. La redacción ha de llevar un ritmo, como al hablar, y las marcas y pausas de las comas y puntos ayudan a lograr este efecto. 

Esto se resuelve fácil: vuelve a leer el párrafo que acabas de escribir. ¿Sientes que le falta alguna coma para hacer una pausa sutil? ¿Tiene quizás comas de más que truncan el ritmo de la lectura? La edición, y el estándar de calidad, comienzan por el mismo escritor. 

3-Carencia de diálogos

Los diálogos le dan dinamismo a una historia. Le aportan carácter a tus personajes, haciéndolos más creíbles y entretenidos. También le suman ritmo al texto, porque leer párrafo tras párrafo de una narrativa puede ser aburrido. 

Pero escribir diálogos es difícil para el escritor neófito, para el experto también, y muchos escritores incluso ni siquiera piensan en ellos. También está el formato. En castellano lo usual es separar los diálogos con –, no con -, sino con –, y si has de agregar comentarios dentro del diálogo, pues hay otro juego con ese bendito guion largo. En inglés los diálogos suelen estar entre comillas, “”, sin separarlos del resto del texto de un párrafo. 

La recomendación es tratar de tener diálogos en cualquier tipo de historia que vayas a redactar. Pueden ser una o dos líneas para cada personaje por cada cierta cantidad de páginas por capítulo, y eso será suficiente. Dependiendo del tipo de historia que estés haciendo, y el tipo de narrador que estés usando (primera o tercera persona), habrá más o menos necesidad de estos intercambios entre personajes. 

4-Diálogos irreales

Los diálogos son complicados de hacer porque para hacerlos bien necesitas un oído atento, que capte las sutilezas del hablar de cada personaje, y una pluma fina que pueda reproducirlos de una manera adecuada y realista. 

El ejemplo que uso para ilustrar esto es el de un libro de una de las escritoras más vendidas y populares de Panamá. En uno de sus montones de libros ella hace que una muchacha panameña de 16 años le diga a su papá, ella recién llegando a casa del colegio, algo como: 

–¡Hola papá! Qué sorpresa verte en casa a esta hora. ¿Cómo estás? 

Aunque sí hay panameñas adolescentes que hablen así, tan correcto y concreto, yo le hubiera hecho decir algo tipo:

–¡Buenas! Papa, ¿tú en la casa a esta hora? ¿Cómo así? 

El diálogo será más exitoso mientras más realista sea. Sí, ha de aportar información a la narrativa y a la trama, pero decidir y expresar la manera cómo hablan tus personajes es parte del trabajo del escritor. 

5-Chorizo de párrafos

Un escritor novel no piensa en la estética de sus textos, ni en la lectura fácil de los mismos. Solo piensa en sacar todo ese contenido de su mente y pasarlo al papel digital o real. 

Esto hace que muchos escritores produzcan lo que yo llamo chorizos de párrafos: página tras página de texto sin pausas o ritmo alguno. 

El separar ideas o partes en párrafos es fundamental para la redacción en general. Las ideas se leen y entienden más claramente si son presentadas de una forma espaciada y apropiada. Por eso recomiendo evitar el chorizo y tratar de separar tu texto en párrafos con ideas claras, dejando junto lo que amerita estar junto y dando espacio a lo que necesita destacar por su cuenta, todo dentro de tu cuento o capítulo de libro. 

6-Falta de sangrías 

Otro error común de novato. Las sangrías apoyan la idea anterior de los párrafos y hacen que el lector siga su lectura con mayor facilidad. 

El estándar es dejar justificado el primer párrafo de cada capítulo o sección, y que cada párrafo subsiguiente, incluso el que tenga diálogos y –, lleve sangría. 

Y para los que no tuvieron clase de mecanografía (aprender a escribir en máquina de escribir) en la secundaria como yo, la sangría es un espacio de aproximadamente cinco caracteres al principio de un párrafo, como en este caso. 

7-Títulos complicados

Los títulos son cosas truculentas. Deben expresar la idea de tu historia sin decirla, y han de tener un elemento de encanto lírico que llame la atención del lector o del público. 

A veces los títulos vienen primero a la mente del escritor, y en base a ellos sale la historia, o se enmarca. A veces salen al final, una vez que has escrito todo y ese todo te dice las palabras o síntesis de ideas que te han de ayudar a titular la obra entera. A veces el título cambia sobre la marcha, inclusive, y la idea es que al final te sientas satisfecho con lo que vas a sacar al mundo. No es diferente a nombrar un bebé. 

Dicho esto, yo recomiendo los títulos cortos y concisos. Dos, tres palabras si es posible. Los títulos largos también me gustan, pero esos requieren de más astucia y de una justificación más contundente. 

Los títulos cortos ayudan a la recordación, son pegajosos, gustan. Los títulos largos suelen enredar, y por eso recomendaría un título corto más un subtítulo más largo y explicativo. 

Esto viniendo de alguien que ha titulado libros suyos con ideas concisas como Nuevo paraíso o Purgatorio tropical, pero que también ha titulado discos de su grupo musical como Entonces todos sabrán qué eres y No va a ser así para siempre. Mi primer libro lo titulé En libertad editorial, pero precisamente el editor recomendó el subtítulo de Escritos del Panamá Posmoderno, el cual hoy en día lo veo como redundante y rimbombante. Se vive y se aprende. 

8-Fallas de impresión

Esto pasa, de nuevo, hasta en las mejores familias, y yo he sido víctima. Se corta una página, se repite otra, una queda en blanco, ejemplares chuecos, etcétera. Esto queda más allá del control del escritor y toca a la imprenta o editorial el hacer concesiones al respecto o no. 

Aquí el punto es estar encima de la imprenta y el revisar las pruebas de impresión lo más posible, o como se pueda. Pero como muchas imprentas y escritores hacen tirajes pequeños, de digamos cientos de ejemplares, estos todavía se arman a mano, y el error humano es lo que sale aquí. Las imprentas más grandes que imprimen miles de ejemplares sí llevan un proceso más automatizado y mecánico, pero de todas maneras no están eximidas de tener algún falló por ahí. 

Cuando te encuentres algo así sigue leyendo. Coméntaselo a los autores si es posible, pero velo como un error de fábrica más que del escritor en sí. 

9-Clichés

Estamos en la segunda década del siglo XXI. Desde el tiempo de Gutenberg se han imprimido miles y miles de libros, millones en realidad, y actualmente ese número sigue siendo alto y constante. 

Como escritor es duro re-inventar la rueda, o hacer algo 100% original. Ya todo ha sido escrito, todo ha sido dicho. ¿Qué queda? Pues el hacer el esfuerzo por dar algo original al mundo, y esa originalidad se centra en tu experiencia personal, o en el toque propio que le puedas sumar a aquel tema o historia común. 

Un cliché para mí, por ejemplo, es el libro sobre libros, o el libro sobre el escritor. Es como la canción sobre una canción (“Yo te canto esta canción…”). Si has de escribir un libro sobre un escritor que está escribiendo un libro, pues trata de hacerlo lo más particular y propio posible, de lo contrario estarás sumando contenido a la categoría de “más de lo mismo”. 

Otro cliché para mí, y uno más contemporáneo en realidad, es el concepto de la trilogía o de los libros en serie. Puta madre, por el amor de dios, ¿es que acaso te cuesta mucho escribir una historia concreta y terminarla? ¿Qué te hace pensar que, a la George Lucas o Tolkien, tu historia amerita varias partes? ¿Tienes tú la experiencia como escritor para desarrollar una narrativa tan larga y extendida, siendo 100% original y creando un contenido de calidad? 

Yo no siento que tengo esas capacidades, la verdad. Capaz que tú, sin tanta experiencia, sí la tengas, porque tu idea es amplia e interesante, y tu mente tiene con qué crear esos contenidos. Por eso yo siempre recomiendo hacer una cosa a la vez y luego ver qué tal. Si de salida me dices que tienes pensada una serie de varios libros así o asado, pues te reto a que lo hagas y demuestres que puedes. 

10-Fantasías fantasiosas 

Uno de los libros que estoy leyendo ahorita es sobre vampiros y brujas. En él un vampiro de 1500 años es un académico en Oxford que no le gusta matar y que hace yoga. ¿¡Fucking yoga!? Después de tantas vueltas que se le ha dado al tema del vampirismo en la literatura, pasando de lo oscuro y misterioso a lo caricaturesco y chistoso, esto debería estar ok, ¿no? 

Depende del enfoque. Para mí, es una fantasía muy fantasiosa que se aleja del carácter original del personaje, y aunque quieras darle un matiz más actual o casual, es como imaginar a un deportista que lee tanto como entrena. Puede que exista, sí, pero de ser sería una excepción que requeriría de un contexto más amplio para ser entendida por una tercera persona. 

Sí, las fantasías han de ser creativas, pero con tanta vuelta que se le ha dado a todos los temas bajo el sol, las fantasías serán más eficientes con tus lectores siempre y cuando tengan elementos que las hagan propias, y eso lleva precisamente al esquema de la experiencia personal, o del ángulo poco explorado. 

Conclusión

Si me topo con libro con alguno o varios de estos errores, yo lo seguiré leyendo hasta el final, por respeto al autor y al libro en sí. Pocos libros son tan tan malos que los puedo dejar sin leer, y este caso es más usual en escritores primerizos. 

¿Tienes una idea para un libro? ¡Bien! Busca a un experto (escritor, editor, asesor) que te ayude a validarla y que asista en la producción de la obra, sopesando tu ímpetu y ganas contra la experiencia de alguien que conoce. 

Los correctores son importantes también. Yo aprendí mucho de lo que hago precisamente con una correctora de La Prensa que corregía la primera revista en la que trabajé en el año 2001. Con ella me quedaba revisando un párrafo de un artículo o reportaje durante varios minutos, analizando las palabras y los detalles que podrían mejorarse. A ella le debo mucho. Te recomiendo encontrar a alguien similar para optimizar tu obra.