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De museos y mujeres mayores

La nueva película de Pilar Moreno y Ana Endara es una exploración hermosa de la vocación creativa, su expresión pública y de la realidad de muchas mujeres en Latinoamérica.

Parejas que producen

Las parejas que crean y producen juntas siempre me inspiran y sorprenden. Ya de por sí es complicado ser pareja de un artista, y cuando dos artistas son pareja, pues se requiere de mucha autoestima saludable y un complemento práctico para poder que un proyecto en conjunto salga y sea bueno. 

Pilar Moreno y Ana Endara llevan años trabajando juntas. Con su Mansa Productora han creado documentales llenos de emoción, humanidad y realidad que han conmovido al público panameño e internacional. Curundú, Reinas, La felicidad del sonido, todas sus producciones nos han mostrado un lado íntimo de la cultura panameña y sus protagonistas. Ana suele dirigir y Pilar produce y hace ilustraciones y animaciones con su técnica depurada de collage. Ambas, como artistas, seguían creciendo juntas, fortaleciendo su expresividad un proyecto a la vez. 

En Para su Tranquilidad, Haga su Propio Museo (2022) los roles cambian: Pilar ahora co-dirige con Ana, creando una película documental con un impacto visual y emocional aún más potente que sus obras anteriores. A ellas se les suma en esta ocasión Isabella Gálvez, una productora panameña que ha destacado por su participación en múltiples proyectos cinematográficos realizados en nuestro territorio. Ellas presentan la historia de Senobia Cerrud, una mujer del poblado interiorano de Paritilla que era tan creativa y curiosa que hizo su propio museo en su casa, exhibiendo tanto obras propias (esculturas, ready mades, pensamientos) como objetos de colección y antigüedades. 

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La primera parte de la película muestra la belleza de las creaciones de Senobia, hechas con calma a través de años, recogiendo un objeto aquí, otro allá, para irlas armando según su mente se las imaginara. Pilar es una especialista en arte terapia y lleva a cabo talleres y proyectos en los que destaca el arte fuera del esquema establecido. La secuencia inicial de una maestra enseñando a niños a pintar un caballo en close up dice mucho de su propia vocación. 

Senobia tenía una mente brillante e imparable. Su vida es contada por una narración en off de sus escritos, y en entrevistas cándidas con sus amigas y vecinas. El mostrarlas a ellas en la mesa de la cocina de Senobia, todas vestidas con el mismo vestido azul estampado, refuerza la noción de que estamos hablando de una y de varias mujeres a la vez. Este detalle es muy conmovedor y eficiente para la narrativa. 

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Una de las vecinas y amigas de Senobia.

Pero una vez que entendemos la fuerza del arte en la vida de esta mujer confrontamos su muerte. Dicho irónicamente, ella tuvo la poca suerte de no tener hijas, lo cual implica que sus hijos varones no pudieron atenderla y la mandaron a un asilo a pasar sus últimos días. Este es un tema discutido por las entrevistadas: si eres una mujer sola (viuda, soltera, divorciada, abandonada) lo ideal es que en tu edad adulta una de tus hijas te cuide, o que una mujer joven o mayor sea contratada para vivir contigo y apoyarte. Esto porque los hombres siempre se van, o porque la sociedad machista y patriarcal les permite ciertas libertadas que las mujeres no tienen. 

La mayor risa del público en el pre-estreno que esta película tuvo en el Ateneo de la Ciudad del Saber, a la cual pude asistir, fue cuando una de estas adorables ancianas dijo que antes de dormir, como para tranquilizarse, piensa en todas las otras mujeres de su pueblo que también se están yendo a dormir solas. Fue una de esas risas incómodas que, en lo personal, espero les haya calado en el fondo. Pensar en tu mamá o tu abuela solitaria en la noche no es algo agradable o reconfortante. 

Senobia es mostrada o representada en varias secuencias muy bien logradas: su mente se ve en una lista de palabras contundentes tomadas de sus escritos, su cuerpo se traspone al de una señora en un asilo (piel, bata, pezones, arrugas), y su arte cobra vida cuando ella se une a un grupo de mujeres destacadas presentadas en muñecas de papel. 

Referencias que vienen a la mente: Superstar de Todd Haynes, donde cuenta la trágica historia de la cantante Karen Carpenter con muñecas Barbie; La Matamoros, de Delfina Vidal, donde conocemos a Marta Matamoros, una panameña que hizo mucho por los derechos del trabajador y de las mujeres; The Hours, de Stephen Daltry, donde la obra cumbre de Virginia Woolf trasciende a su autora. Frida, de Salma Hayek, también aborda temas afines. 

Sobre los museos

La primera conexión de Pilar con Seniobia fue un artículo en la revista Mogo presentando su “Museo de Antigüedades de Todas las Especies”. Mogo fue una revista importante a principios del nuevo siglo, ya que con solo media docena de ejemplares publicados entre 2000 y 2002 demostró una nueva manera de comentar la cultura panameña, y a la vez abrió la puerta para una nueva generación de artistas panameños. Pilar, llegada de España a Panamá, colaboró como redactora en el proyecto. 

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Senobia en Mogo.

El artículo “Conozca el interior” es un juego de palabras: se refiere al interior del país, o a Paritilla, donde vivió Senobia, pero también al interior de su mente creativa, la cual es evidente en sus obras. “Las cosas viejas se tratan con mucho cuidado, cariño y respeto”, firma Seno en una pieza de madera escrita con marcador. Otros de sus pensamientos: “Explora tus ideas cuando te llegan a la mente”; “Haga su propio museo, es tranquilizante para usted”; “Aprende a vivir amando lo viejo”; “Existe valor en todo lo raro, por lo tanto, soy de valor”; “Los árboles son parte de mí, sin ellos la vida sería aburrida y deprimida”. 

El artículo de Mogo fue escrito por Walo Araújo, actual VP de Proyectos Especiales de Fundación Ciudad del Saber, y el pre-estreno de la película fue en el Ateneo de su campus en Clayton. Al final del documental hay una dedicatoria a su hermano, Gustavo, quién falleció en un accidente justo cuando estaba alcanzando su cima como artista contemporáneo (y quien tomó las fotos del museo y Senobia para la revista). Todo esto cierra un círculo personal que trasciende al escenario de las artes panameñas. 

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Senobia en su museo retratada por Gustavo Araújo.

Si pudiera yo haría el Museo de la Revista Panameña, en el cual Mogo tendría un lugar especial. Habiendo trabajado en múltiples publicaciones entre 2000 y 2010 como editor, tengo una colección bastante completa de lo mejor y lo peor de estas impresiones satinadas llenas de artículos y fotos y entrevistas. Mogo duró apenas unos ejemplares, y así fue el caso de muchas otras revistas, esto a pesar de su calidad editorial. Si tenemos el Museo de Botones Destro, ¿por qué no un museo de revistas? 

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Panamá tiene excelentes museos. Panamá tiene carencia de museos. Ambas frases son correctas. Los museos excelentes los cuentas con los dedos de una mano: el Biomuseo, el Museo del Canal Interoceánico, el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo de la Mola, el de Panamá Viejo. Hay más. 

La carencia viene cuando te fijas en los museos administrados por el estado, o por el Ministerio de Cultura. Se tiene la deuda con el Museo Reina Torres de Araúz, quizás el museo más importante de historia para Panamá que tras décadas (¡!) todavía sigue en su reconstrucción, aunque ahora quizás más cerca del final. Hay como una docena de museos pequeños en el interior que, con mucha honra, exhiben detalles de nuestra historia, sus personajes y sus artefactos. Visitar estos espacios culturales satisface, pero viendo sus instalaciones a veces precarias uno piensa: ¿por qué este lugar no tiene aire acondicionado? ¿Por qué no está mejor señalizado? ¿Por qué no hay más objetos para ver? 

Con lo que puede el estado ha hecho un poco para sobrellevar esta situación. El Día Internacional de los Museos se ha convertido en una actividad cultural de rigor para MiCultura, conectando a estas instituciones entre sí para crear un mayor interés en el público. Y eso se ha logrado. A lo que uno aspira, quizás, es a tener ese nivel de depuración y atención en las instalaciones que vemos en los museos privados en los museos públicos. 

Pero la premisa de Senobia de hacer tu propio museo para tu paz mental, y para compartir tus gustos y aficiones con tu comunidad, sigue siendo válida. 

Los museos antes mencionados son de historia. Los museos de arte se manejan un poco diferente (exhibiciones fijas vs. itinerantes). Están las galerías también. Pero en años recientes el concepto del “espacio expositivo” se ha ajustado a la corriente actual de historias más personales, y al mismo tiempo el salir de las cuatro paredes de instituciones con fines o intereses que a veces no son tan transparentes se ha vuelto una tendencia. Con eso ya hemos tenido en Panamá artistas que hacen exhibiciones en “espacios alternativos”, que pueden ser desde su propio apartamento hasta en un café o un parque público. Lo que importa es la obra y el artista, no tanto el espacio donde se exhibe. 

En lo personal y profesional he tenido contacto con tres museos recientemente, experiencias que les comparto y que refuerzan el punto de Senobia Cerrud. 

El Museo del Canal Interoceánico hace poco renovó sus salas y contenidos. A mí me contrataron junto a otra escritora para hacer la investigación histórica que apoyara los textos de sala de los objetos exhibidos. Conociendo más a profundidad el museo me enteré que ellos reciben constantemente donaciones de objetos, dados por personas que consideran que que son aptos para exhibir, y que ya en sus residencias no lucen tanto. Colecciones de postales y numismáticas, documentos antiguos, objetos de la ex zona del canal; algunos son recibidos, otros no, pero el punto es que muchos de ellos quedan almacenados y nunca llegan a ser mostrados al público por falta de espacio o recurso. 

¿Qué valor tienen todos estos objetos históricos si no pueden ser expuestos en el lugar que idealmente es para ellos? 

Muchos zonians, considerando que su territorio como tal ya no existe, se han aferrado a todo tipo de objetos coleccionables de su antiguo hogar. Alex Reyes, del icónico grupo musical panameño Shorty & Slim, ha hecho el CZeum, o Canal Zone Museum, en su casa en los altos de Albrook. Al trabajar como ingeniero de dragados por todo el país ha tenido acceso a objetos interesantes, y el patio de su residencia –ya de por sí un edificio patrimonial propio de la zona– está repleto de memorabilia zoneíta digna de un tour. Tiene letreros en inglés y español de calles y oficinas, rieles de ferrocarril de diversas épocas, hasta un ancla gigante de un barco hundido que encontró haciendo un trabajo en la cosa atlántica. 

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Una esquina del CZeum (Canal Zone Museum) de Alex Reyes de Shorty & Slim, Albrook.

Alex pudiera donar todo eso al Museo del Canal, bequest” es la expresión en inglés (legado en español) para este tipo de herencias o donaciones, pero mejor tenerlo en casa, ¿no? ¿Mostrarlo a su gusto a gente interesada? 

Carlos Francisco Changmarín es uno de los artistas más importantes que Panamá ha tenido. Este campesino veragüense se destacó en la décima, escribiendo miles de miles que aún se cantan hoy; además fue periodista y editor de revistas, escribió novelas, cuentos, poesías, ensayos históricos, dedicándole parte de sus letras a promover la soberanía panameña y educar a los niños con obras de literatura infantil. Hay dos premios literarios nacionales que lo honran con su nombre. También fue fotógrafo y pintor, y de hecho ahorita mismo hay una exhibición de sus obras en la galería Juan Manuel Cedeño, obras que hasta ahora nunca habían sido exhibidas, juntas mostrando su alcance como pintor.

Changmarín murió en 2012 y recibió todos los honores civiles y artísticos. Recientemente la fundación que su familia creó para preservar su legado logró que la Universidad de Panamá les donara un espacio en su biblioteca para hacerle una especie de museo. La diseñadora del espacio me contrató para hacer el contenido que ha de acompañar las piezas exhibidas. Esto quiere decir que fui a la casa de Lía, una las hijas de Changmarín, y pude revisar, apreciar, manipular, ordenar y catalogar sus objetos más personales, desde sus pines y medallas de viajes a China y Rusia hasta sus lentes, manuscritos no publicados, brochas para pintar, su radio, su sombrero…. 

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Objetos personales de Carlos Francisco Changmarín en la residencia de una de sus hijas.

Este espacio en la UP es digno, sí, pero en mi opinión un artista de este calibre y relevancia merecería algo más. Las universidades no suelen ser espacios donde el público entra para ver un museo, y puedo pensar en un montón de otros edificios del estado que podrían usarse para honorar a Changmarín, definitivamente uno de los grandes de las letras panameñas. Mientras tanto, porque estos proyectos toman su tiempo, en una casa de familia en Chanis hay un montón de objetos que podrían contar su historia e inspirar al público. 

El otro extremo de todo esto, aunque válido, es la Casa Museo Endara. Los fanáticos de la historia y la fotografía han de conocer el nombre de este fotógrafo ecuatoriano, que llegó para trabajar en la obra del canal y se quedó en el país para convertirse en el fotógrafo por excelencia de la primera mitad del siglo pasado. Retrató a todo tipo de personas, ricos pobres, negros, blancos, sus fotos de los chinos panameños tuvieron una exposición propia y todo. 

Endara compró e hizo su casa estudio en un buen terreno al principio de la Avenida B, justo antes de girar y bajar hacia Salsipuedes y Calidonia y en la periferia de San Felipe. Puso su estudio en el tercer piso con un techo con solar para dejar entrar la luz. Por mucho tiempo vendió rollos Kodak desde un local en la planta baja. Su vecino era el político y empresario Ernesto T. Lefevre. 

Eventualmente la casa se quedó grande y las hijas de Endara la vendieron. Igual pasó con la mansión Lefevre. Ambas propiedades fueron adquiridas y restauradas a su gloria original por Mario Lewis Morgan, un abogado apasionado por la historia que durante años proveyó fotos y contenido para el suplemento Épocas. Cuando terminó la restauración de la casa imprimió un libro al respecto. En la planta baja de la residencia, aprovechando el espacio que era un local comercial, Lewis incluso hizo un mini museo de su colección de nacimientos o belenes de todo el mundo, una exhibición fija que encanta a todo el que la mira. 

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La Casa Museo Carlos Endara es uno de los secretos mejor guardados de la historia panameña.

Lewis es una persona con recursos, y en este caso los ha usado para preservar algo que él considera importante. Sin embargo, la Casa Museo Endara, la mansión Lefevre y el museo de nacimientos no están abiertos al público como los museos normales. Lewis y su familia mantienen ambas propiedades y las comparten con aquellos interesados. Yo he ido por mi cuenta y con grupos a estos lugares con el previo permiso de su dueño, a quien no le interesa ni capitalizar lo que tiene ni promoverlo de más. En este caso, es una pequeña ironía que un museo residencial privado con tanta riqueza esté ahí, en óptimas condiciones, pero disponible solo para aquellos que saben que existe y que tienen el contacto para poder visitarlo. 

Todo esto demuestra que hay mucha historia en Panamá, tanta que hasta un museo privado en una casa, como el Museo de Antigüedades de Todas las Especies, tiene algo que aportar al público. 

Un cambio social 

Para su Tranquilidad, Haga su Propio Museo es sobre el arte, sobre producir por el beneficio propio, lejos de galerías, críticos y demás. Pero luego las directoras centran la atención en lo que representa el ser una mujer de la tercera edad y el envejecer sola. 

El dilema que se presenta es que las mujeres divorciadas, separadas o solteras, por lo menos en Panamá, requieren de un acompañante para vivir sus últimos años con dignidad y bienestar, de preferencia con una hija o un tipo de doméstica o enfermera. Esta es una posición de la cual los hijos varones suelen estar exentos, un tema cultural que prevalece en ciertos países donde el esquema patriarcal permite que el hombre vaya y venga a su gusto, mientras que la mujer debe proveer una estabilidad que, en ciertos casos, va más allá de sus intereses personales. 

Senobia es llevada a un asilo para pasar sus últimos días y su casa museo es tristemente desmantelada, entendemos porque sus hijos varones no querían o podían hacerse cargo de la mujer y su legado. Pero a pesar de todo ella triunfó, porque en vida hizo lo que quería sin restricciones. La Junta Comunal de Paritilla, con el apoyo de aquellos que la conocieron en el pueblo y de su familia, pudo mantener el museo de Senobia como un tipo de atracción turística, pero quizás por falta de visión o recurso esto no pasó. 

En otros países no es mal visto que al cumplir la mayoría de edad vueles del nido para hacer tu propia vida. En otros países hay comunidades estatales para el retiro de ancianos que proveen espacios y cuidados dignos. En otros países los jubilados, solteros o en pareja, se mudan voluntariamente a otros lugares más adecuados para vivir en el retiro. Panamá, de hecho, se ha convertido en uno de estos espacios para norteamericanos y europeos de ciertos recursos. 

Las mujeres solteras deberían tener la misma libertad que los hombres de seguir su camino de vida sin sentir la necesidad o presión de tener que hacerse cargo de sus madres, y esas madres deberían tener acceso a espacios para su cuidado y bienestar si se encuentran solas en esa etapa de sus vidas. Porque en un mundo en el que la mitad de la gente se divorcia tenemos a muchas madres y abuelas que no deberían sentirse solas, y para las cuales el estado o la empresa privada podría proveer un servicio de atención que les permita vivir en comunidad sin tabúes. 

Para su Tranquilidad, Haga su Propio Museo toca todos estos puntos, y lo hace con belleza y sensatez. La película tuvo su estreno mundial en el International Documentary Festival Amsterdam, y ha sido seleccionada en otros festivales como HotDocs en Canadá, Festival de Málaga, Cinelatino en Toulouse, y el FICCI en Cartagena. Además contó con el apoyo de Ibermedia, del fondo de producción documental del concurso Nacional Fondo Cine del Ministerio de Cultura de Panamá, y ganó el Work in Progress del Festival Internacional de Cine de Costa Rica, 2021. 

El mayor reconocimiento que ha tenido hasta el momento ha sido en la competencia internacional del Festival Millenium en Bélgica, un evento de alto nivel que tiene lugar en Bruselas y que cada año presenta lo mejor del cine documental y socialmente comprometido de todo el mundo, con énfasis en el documental creativo. El nuevo documental de Pilar y Ana sobre Senobia recibió el Grand Prix del Festival a la mejor película.
 

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