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Un fan te explica Dune

Con el esperado estreno de esta “nueva” saga de ciencia ficción, millones de personas se expondrán a una de las historias más complejas y hermosas de la literatura. 

Covid 19 se la cagó duramente en la industria del cine. Mega producciones que estaban listas para presentarse el año pasado tuvieron que esperar hasta que las restricciones se fueran levantando para poder hacer sus grandes estrenos. No Time To Die de James Bond fue la primera que se estrenó en grande post pandemia, generando mucha expectativa que, en mí opinión, cumplió. El otro gran estreno esperado era el de Dune, una historia que aquellos que la conocen la adoran, y los que la desconocen, quizás, sepan que es importante, pero no saben por qué exactamente. 

Eso es lo que deseo hacer aquí: darles el resumen/brief de qué es lo que representa esta serie de novelas de ciencia ficción, y la película que ahora la vuelve a poner en el ojo público. Llevo años evangelizando a la gente sobre Dune, así que creo que lo tengo todo bien sintetizado para no aburrirlos tanto. 

¡A la verga con Star Wars!

Dune es una serie de libros de ciencia ficción escritos por Frank Herbert, un periodista, escritor y hombre multifacético del norte de Estados Unidos. En los sesentas, y tras años de investigación, depuración, esfuerzo y rechazos, publicó el primer libro de la serie. En los setentas publicó el segundo, luego el tercero; en los ochentas publicó el cuarto y el quinto, y el sexto salió después de su muerte. Años más tarde su hijo Brian, también escritor de fantasía, se juntó con Kevin Anderson, otro colega afín, y en una década escribieron y publicaron ocho libros adicionales: seis (¡!) precuelas y dos libros que concluyen la historia original que el autor dejó inconclusa. 

Así que hablar de Dune es hablar de una saga literaria que en su médula tiene 8 libros de la historia original, 6 que explican su pasado y otro par que complementan el cuento. Existe una Dune Encyclopedia y Dreamer of Dune, una biografía de Frank Herbert. Yo tengo y he leído todos estos libros. 

¿Y de qué va toda esta vaina? Más de diez mil años en el futuro de un mundo como el nuestro, los humanos ya se han expandido por el universo conocido, y el orden es mantenido por un emperador y casas reales asignadas a determinados planetas. Debido a una revolución tipo Skynet/Terminator, en un momento de la historia se prohibieron las computadoras, la inteligencia artificial y las armas nucleares, y toda la tecnología que existe es como lo-fi o controlada enteramente por la mente humana. 

En este universo futuro el poder, el comercio, la religión y hasta la genética giran alrededor de una especia. En inglés le dicen spice, y aunque sí es en esencia un polvo igual a un condimento (parecido a la canela en sabor y color), es en realidad también como una súper droga. 

Resulta que existe un planeta desértico que se llama Arrakis y que le apodan, adecuadamente, como “duna”. Este es el único lugar de la vida donde se produce este condimento mágico, llamado formalmente melange. ¿Y cómo? Pues resulta que es un tipo de simbiosis ecológica biológica: existen gusanos gigantes (uno chico es de 100 metros) que viven en las profundidades de la arena; son alérgicos al agua, que los destruye al contacto, y dentro de su estómago hay un tipo de bilis que cuando se disipa en la arena crea esta especia, la cual luego es minada como oro y distribuida para su uso cotidiano, desde las comidas hasta las naves espaciales. 

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El spice te pone alerta y te alarga la vida, como una buena cocaína mezclada con un súper complejo B. Más concentrada te permite entrar en trances, como de ayahuasca o LSD, que expanden tu mente de maneras nunca antes vistas. ¿Qué tanto? Dos ejemplos. En esta historia el viaje inter espacial se hace en naves que funcionan con motores que se activan con personas (navegadores) que entran en un trance de spice, miranen su mente el destino, y luego doblan el espacio para llegar ahí, todo un sueño húmedo de Einstein y Hawking. 

La otra manera en que esta sustancia expande tu capacidad mental es que si consumes una dosis concentrada y sobrevives, quizás, y con el entrenamiento correcto, puedes tener acceso a toda tu memoria genética, o sea tener conversaciones en tu mente con tus antepasados y otros al instante. 

El libro tiene un mito del mesías también, que dice que llegará un súper hombre que podrá ver el futuro y el pasado, y que liberará a los oprimidos de sus opresores y volverá a traer un balance al universo. A este man le dicen el Kwisatz Haderach, y su potencial llegada ha sido orquestada durante miles de años a través de un plan genético manejado secretamente por una orden filosófica, religiosa y política de mujeres llamadas Bene Gesserit. Ellas son como los jesuitas en el sentido de que arman revoluciones tanto como plantan mitos, y son personas que precisamente han llegado a dominar su cuerpo para liberar todo su potencial. 

Cuando George Lucas tuvo que escribir el guion de su fantasía espacial cinematográfica pop tipo Flash Gordon o Buck Rogers, su genéricamente titulada Guerra de las Galaxias, tomó el escenario desértico de Dune y lo convirtió en Tatooine, y aunque todo el asunto de los midiclorios y the one vinieron más tarde, todo Star Wars, por más que gusta, es como un pasquín de caricaturas al lado de estos libros. 

Hasta en la reciente serie de The Mandalorian bromearon diciendo que Mando era un contrabandista de spice. Lucas nunca hizo alusión a esta influencia mientras estuvo al mando del asunto, pero los nuevos escritores de Lucasfilm, que son fans de la ciencia ficción en general, saben el peso de dicha referencia dunesca. 

El factor Tolkien

En la literatura de fantasía, a la cual podría suscribirse la ciencia ficción, hay tres grandes series de obras: Lord of The Rings, de Tolkien; Foundation, de Isaac Asimov, y la serie Dune de Frank Herbert. Tolkien y Herbert tienen mucho en común: crearon idiomas varios para sus personajes, culturas completas con libros y canciones dentro de sus narrativas, hasta epílogos y anexos en sus libros para contar bien todo el universo ficticio que inventaron. Sus historias tienen miles de años de pasado y futuro, de alguna forma conectadas con el mundo real. Son pocos los escritores que llegan tan profundo y hacen algo tan vasto, y aquellos que lo han hecho después, como en Game of Thrones, siguen sintiéndose algo light, por lo menos para un lector que conoce sus referencias literarias. 

Tolkien no tenía interés en que se filmaran sus obras en cine. Por eso la primera película de The Hobbit fue una animada y sucedió después de su muerte. Herbert, por otro lado, pudo en vida supervisar una mega producción de Hollywood de su libro y con un director de vanguardia. 

Yo vi Dune de David Lynch en 1985 en, creo yo, el autocine que había en la Tumba Muerto. Quizás el año y la sala no sean, pero sí la vi de niño y me traumó. Y entonces ni idea que habían elegido al nuevo maestro del surrealismo cinematográfico, creador de Eraserhead, para hacer esta cinta. La realidad es que Lynch, aunque contó con la aprobación de Herbert e incluso su presencia durante las filmaciones en los desiertos de México, decidió hacer ciertas adiciones al guion, se salió del presupuesto (el productor fue el gran Dino de Laurentis) y terminó desechando el resultado, llegando a usar el pseudónimo de Alan Smithee en vez de su nombre en los títulos (una costumbre propia de los directores molestos con los estudios en la industria). 

Esta versión cinematográfica del libro, que al momento está en Netflix, le hace justicia a la historia en parte, pero también se va por tangentes. El elenco (¡Sting pelirrojo en taparrabos!), el diseño de producción y hasta el soundtrack (¡Toto!) siguen valiendo la pena, pero al final fue más una obra del director que del escritor. Años antes, nos enteramos después, otro director loco, Alejandro Jodorowsky, también quiso hacer su versión de Dune, y tan grandiosa hubiera sido que hasta se hizo un documental al respecto, Jodorowky’s Dune, que está en YouTube. 

El SciFi Channel hizo una miniserie de Dune la década pasada, abarcando, a diferencia de estos dos ejemplos antes mencionados, los tres primeros libros de la historia. Aunque con una producción mucho menor para televisión, con actores como Susan Sarandon, el esfuerzo vale la pena, pero seguía quedándose corto. 

Y ahora aparece el canadiense Denis Villeneuve, quien se fajó sus pantalones cinematográficos con versión renovada de Bladerunner, y que al igual que Lynch y Jodorowsky, leyó los libros de Herbert cuando era adolescente y quedó con las ganas de llevarlos a la pantalla grande apenas pudiera. Y, por fin, pudo, y el resultado es el que siempre se esperó. 

La Dune de Villeneuve es la interpretación más fiel del libro. Ojo, todas estas películas se concentran en el primer libro… de ocho. Como fanático, y queriendo honrar al autor, se apegó lo más posible al texto y a la estética vista en las portadas clásicas. Las naves espaciales son enormes y silenciosas; los espacios internos son como de palacios reales antiguos, pero en el futuro. 

El alcance de esta narrativa es amplio, y esa grandeza se ve en la película de Lynch pero más depurada en la nueva; el casting también es el mejor posible, tanto para el estándar de Hollywood como para la trama; así tenemos al lindo e intenso Timothée Chalamet como Paul Atreides, el mesías reacio; la sueca etérea Rebecca Ferguson como Jessica, la madre atemorizada; Zendaya, la novia de Spiderman, hace de Chani, la Fremen que roba el corazón del protagonista; Stellan Skarsgard como el villano sobrepeso Vladimir Harkonnen; el rudo y cursi Javier Bardem como el líder tribal Stilgar; Oscar Isaac, el chapín que ha estado en una X Men y en tres Star Wars, ahora también se luce aquí como el patriarca Leto; hasta el mismo Thanos actúa aquí como el guerrero Gurney Halleck. 

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Dato curioso, y spoiler alert: Jason Momoa, fucking Aquaman, aquí interpreta a Duncan Idaho, un guerrero que es uno de los amigos del protagonista. Al final de todos los libros es precisamente este personaje quien resulta ser el verdadero mesías, el súper ser que puede ver el pasado y el futuro, que se puede comunicar con las máquinas, y que trae paz a la guerra espacial entre dos facciones de mujeres poderosas que se pelean por el control de todo el universo. Pero para eso tuvo que ser clonado miles de veces en miles de años y siete libros. 

Lo único que no me gustó de la nueva Dune, pero que entiendo, fue lo que le pasó a Peter Jackson cuando hizo su trilogía original de LOTR: el material era demasiado para una sola película de dos horas y media, por eso Villeneuve rodó dos de una sola vez (o una grande que dividió). 

Moralejas modernas

Frank Herbert siempre estuvo interesado en el medio ambiente y la naturaleza. Al igual que Tolkien, quien odiaba las máquinas y así lo manifestó en sus obras, Herbert estaba consciente de lo que ahora conocemos como cambio climático, producto del uso del petróleo y de la industrialización desmedida. En su esencia, o por lo menos en el primer libro de la saga que se ha manifestado en el cine, la obra es sobre regresar a tener más contacto y conexión con el medio ambiente para beneficio de los seres vivos y del planeta entero. 

La otra lección es sobre la fuerza de las minorías. Los fremen son los nativos de Dune que conocen el spice y su hacedor, el gusano dios, mejor que nadie. Pero para las casas reales que llevan el poder ellos son solo unos terroristas sucios de una raza inferior, obsesionados con su religión, y apegados a costumbres que no se entienden por todos los demás. Pero, y spoiler alert otra vez, son ellos y sus ideas y líderes los que terminan sometiendo a todo el imperio. Este resultado es positivo hasta cierto punto, ya que en el libro siguiente, el segundo, Herbert ataca directamente el mito del revolucionario y la revolución, los mártires y las guerras sagradas. 

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En lo personal, y para concluir con algo íntimo que me destacó en esta nueva versión, Dune es sobre la realización de los sueños y del potencial propio. Villeneuve hizo realidad su sueño de filmar la película de su libro favorito, y lo hizo de la mejor manera posible según su experiencia. En la historia, Paul se la pasa soñando con una mujer y un lugar que no conoce, solo para darse cuenta que estaba previendo su destino, y que su poder siempre estuvo dentro de sí mismo hasta que supo reconocerlo y controlarlo. 

Podría seguir, pero mejor los invito a ver la película. Y si les gusta me pueden invitar a mí en persona para que les cuente más de Dune, un libro tan impactante que me dio una cita para un posible epitafio en mi tumba: “The mystery of life is not a problem to solve, but a reality to experience”. 

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