Considerado como uno de los artistas panameños vivos más destacados y relevantes, una nueva exhibición en el MAC confirma este postulado.
Así como él juega con cánones del arte, con la figura humana y con los conceptos contemporáneos, nosotros jugaremos con las palabras. Mi diccionario online de cabecera define “gracia” en singular de varias maneras: 1-“Cualidad de alguien de divertir o hacer reír”; 2-“Cosa que hace reír”; 3-“Cosa molesta o irritante”; 4-“Garbo, salero al actuar o al hablar”; 5-“Atractivo, encanto, naturalidad”; 6-“Beneficio, concesión gratuita”; 7-“Ayuda sobrenatural y don otorgado por Dios al hombre para el logro de la bienaventuranza”; 8-“Fórmula de agradecimiento”.
La nueva muestra de Brooke Alfaro en el MAC Panamá se llama Gracias a Dios no fue peor. Fue inaugurada a finales de septiembre y estará abierta al público hasta enero. Es una retrospectiva reciente con obras que el artista ha producido en los últimos 13 años, los cuales lo han encontrado activo creativamente.
En un mundo post pandemia, lleno de problemas sociales, a simple vista el título de la muestra brinda una postura optimista ante la vida de hoy. Yo me voy más profundo y tomo el “Gracias” del título y lo extrapolo a las definiciones anteriores: las obras de Brooke en esta exhibición divierten y hacen reír, aunque estoy seguro que algunas de ellas molestarán a aquellos más susceptibles; como persona, este artista es la modestia encarnada, ligeramente tímido, y cuando se expresa al hablar lo hace como alguien que pasa mucho tiempo en silencio, midiendo sus palabras y siempre usando las acertadas; su encanto es natural y sencillo, no diferente al de David Lynch, un director que en su cine toma lo “normal” y lo enfoca de una forma extraña, casi surreal, y que él mismo se presenta como una persona de lo más común y corriente; si eres religioso y crees en los dones, pues no hay duda de que este pintor tiene uno, y que lo ha desarrollado de la mejor manera durante 40 años; y tanto él como artista y nosotros como público, estamos agradecidos de poder tener este espacio y esta muestra para expresar ideas y sentir emociones.
Gracias a Dios no fue peor se toma casi todo el primer piso del MAC en Ancón. Digo casi porque en lo que antes era la bóveda hay otra muestra, y en la planta baja hay otras dos, en un esquema renovado del museo para aprovechar su actual espacio (probablemente se muden) y seguir su plan de exponer arte contemporáneo en Panamá con un enfoque actual, siempre mejorando.
Este Brookefest tiene de todo: retratos gigantescos en pasteles, iconos en miniatura con pan (superifice) de oro, paisajes naturales en óleo, hasta videos (de otra época pero igual cuentan). Recorrer toda la exhibición con atención puede tomar más de una hora, y las emociones que se pueden sentir van de la ironía, el humor y la resignación hasta el amor, el cariño y el dolor. Pocos artistas, de aquí o allá, pueden lograr esto.
La muestra inicia con Quarry Heights y Cake, dos cuadros de 2020 de personas echadas en sillones, posadas al estilo Brooke con brazos y piernas exageradas en extensión o grosor, algunos en ropa interior, y con expresiones de somnolencia o hastío, nada mejor para representar la ansiedad detrás de todos esos meses de encierro cuarenténico.
Luego sigue una serie de cuadros de tamaños medianos y grandes de personas en barcas abiertas. Este es un concepto que el artista ha usado en la anterioridad, pero que ahora se une al tema de los migrantes (de África/Medio Oriente-Europa o Centroamérica/Caribe-Estados Unidos), o que se puede conectar al viejo refrán de “todos estamos en el mismo barco”, usado a propósito de la pandemia de Covid 19. Las barcas de Brooke desborda de humanidad, literal y figurativamente, tal y como se ven en las noticias justo antes de llegar a sus destinos deseados en el Mediterráneo, o de Cuba a Miami.
En estos grupos de gente que Brooke hace recuerdan a Bosch y su tríptico de El jardín de las delicias, donde los humanos se deleitan y sufren de un plano al otro con un nivel de detalle que muestra alegría y crueldad, además de personajes curiosos que pueden ser chistosos o perversos.
Una obra que refuerza esta comparación –y que fue posicionada en la primera sala de la muestra– es Divina, en la que se aprecia una escena similar a la de Bosch de paraíso a infierno, pero con una sola mujer desnuda y posada en un espacio natural que es evidentemente panameño, como la vista desde Cerro Campana hacia las playas del Pacífico. Tiene su marco de madera y todo, con pan de oro, y con unos escritos en el borde que leen la palabra “paraíso” y un texto sobre unos hongos probablemente alucinógenos que el artista comió en 1969.
De aquí el espectador se encuentra con dos pasillos que llevan a otra sala, y en donde comienza el desfile de retratos chicos y gigantes que Brooke pintó en diferentes periodos en 2005-06, 2014 y 2021. Los más viejos son de hombres y mujeres desnudos con fondos dorados y en situaciones curiosas, algunas mujeres jugando con bebés, otras solo posando como en pleno baile. El formato o soporte evoca los iconos bizantinos cristianos, pero los sujetos están más en la onda de los retratos eróticos de Egon Schiele, o los más detallistas y sin filtro que hizo Lucian Freud.
Y precisamente este Freud salta a la mente mientas se aprecian el resto de los retratos de Brooke. Frente a los doraditos (¡son pequeños y dorados!) están otros más recientes de 2021, con una estilo más casual ya que las modelos salen vestidas con ropa corriente mientras que sus dedos y sus ojos buscan algo. Otra serie de retratos medianos o chicos es más juguetona, con modelos de miradas coquetas o irónicas, escenas ligeramente eróticas, incluso un tipo de homenaje/broma a la pintura más famosa de todas, La Gioconda, pero aquí con un traje de camuflaje y en un paisaje de la campiña panameña, además de un buen par de…
Tetas
Esto es algo que quisiera señalar aparte por un momento, y que espero que los observadores y fans más detallistas de este pintor habrán notado. ¡Yo opino que Brooke Alfaro es de los mejores pintores de tetas (senos, bustos) de mujeres de la vida misma! Primero, al ver que más de la mitad de sus sujetos –hoy y siempre– son femeninos, es claro que este artista es un hombre al cual le gustan las mujeres, por lo menos desde un punto de vista pictórico y estético. Segundo, al ver esas mujeres con sus brazos y piernas y dedos alargados e incómodos, y con sus expresiones de recelo o picardía, lo siguiente que suele resaltar es la forma de su busto, casi siempre abultado o generoso, pintado con la asimetría y generosidad propia de la naturaleza.
Las tetas que Brooke pinta son como de espejo, o sea vistas muy naturalmente. Así como los testículos en el hombre, los senos en la mujer tienden a ser irregulares en su par, casi nunca 100% simétricos, y en ese sentido este pintor les hace justicia. Detallar los senos, además en mi opinión, lleva a muchas otras ideas, desde lo erótico hasta lo maternal, pasando por lo común y lo real, en este particular caso muy alejado de los vicios del “male gaze”, que por lo menos en el cine, “pinta” a las mujeres desde una perspectiva masculina híper sexual. Brooke no cae en esto, y sus mujeres y los senos que las acompañan se muestran como los de tu mamá, tu compañera de trabajo o tu pareja.
A veces, por su forma muy redonda pero separada entre sí, como dos ojos con estrabismo, hasta parecen implantes de copa B o C, el tamaño más popular según los cirujanos. Otras veces, cuando son mujeres grandes, sus senos caen hasta sus barrigas o son recogidos tiernamente con los brazos. O sea que los senos que él hace son representativos de todo tipo de mujeres, y cuando las ves en el cuadro, claramente las identificas como una creación brookesca.
Yo puedo pensar que esto es un pet peave o capricho personal del artista, pero viendo más allá, lo tomo como alguien que como buen pintor conoce y aprecia el detalle de la anatomía humana, pero que decide jugar con ella a su gusto sin hacer una caricatura burlesca, más bien una representación surreal/real que encanta al ojo.
Y siguiendo con el recorrido y los ojos y el estrabismo, el pintor dejó una sala entera para una serie de close ups de rostros de gran tamaño (69 x 62 pulgadas) de mujeres en diversas situaciones o poses, algunas con textos escritos sobre sus caras en inglés, con títulos sugestivos como Más, Sabor del papel o God. Kate Moss, la famosa súper modelo inglesa, posee este detalle de ojos saltones y ligeramente separados, algo que en las fotos le daba un yo no sé qué. Brooke exagera esto, hasta el punto de que en algunos casos no sabes si la mujer está drogada, muerta o jugando con el observador.
Esta sensación de extrañeza se balancea por el uso de colores pasteles, sobre todo verdes y azules, que conmueve y atrae de manera instintiva. Los textos que el artista les escribe son curiosos, y en mi opinión, personales, como el que está sobre la pelirroja de cabello ensortijado y que dice “…and I’d never ever kissed a woman before but she smiled, and took me by the hand and said ‘Dear boy, I’m going to make you a man”. La pelirroja se ve aburrida, como una prostituta.
Lo que finalmente me lleva a los videos. A principios del nuevo siglo, y quizás aburrido de pintar barcas enormes con personajes surreales, Brooke se metió de lleno en el asunto del video digital y el arte en dicho formato. Durante este periplo hizo una serie de videos que retumbaron en el firmamento del arte panameño: Brooke había logrado pasar la belleza y ansiedad y extrañeza de su pintura al video. Aquí cito a Mónica Kupfer, curadora de la exhibición, del catálogo que publicaron: “Sus videos son obras cuyos personajes –que en su mayoría conoció cuando vivía en el Casco Viejo de la ciudad de Panamá– muestran con perturbador realismo las vidas difíciles de personas en comunidades marginadas. Recibió premios nacionales e internacionales por sus videos, incluyendo Aria de 2001, que mostró al año siguiente en la Bienal de Venecia”.
Ubicados en una sala de proyección en el cuartito del primer piso del museo, estos videos corrían en loop para todos aquellos que no los vieron en su momento. Esto queda como una ñapa en la muestra, como para aprovechar el espacio, y para mí la pieza que conecta todo, y que más me impresionó a mí en lo personal, fue Buscando, en el cual una sexoservidora en un cuarto como de pensión se masturba, toma licor y dice a la cámara que está buscando a alguien que la acribille para salir muerta en portada de un periódico de crónica roja. Esa protagonista podría haber sido uno de los retratos en pasteles más recientes de Brooke, con alguna de sus frases desgarradoras escritas sobre su cara.
Curiosamente, Brooke me mostró este video en su estudio en 2002 cuando lo entrevisté para la primera edición de Blank Magazine, una revista que edité de 2003 a 2006. Queríamos empezar con el pie derecho, así que en esa edición debut entrevistamos a Brooke y a Gustavo Cerati (Gustavo Araújo hizo la foto de portada en blanco y negro). Hablando sobre esta transición de brochas y óleos a Macs y software de edición, el artista me dijo esto:
“Los cuadros no tienen la intención de mandar un mensaje, no tienen un guion. Cuando yo empiezo un cuadro dejo que la imagen me lleve, y con eso te digo que me preocupo por la composición y por el juego de imágenes en relación unas con otras, y lo que influye más en mí, a un nivel consciente, es la composición, el color. Obviamente los personajes tienen lo que tú dices, se ven traumados, tienen expresiones y sentimientos que muchas veces son fuertes; yo solo te puedo decir que debe ser algo que tengo yo adentro porque esa tristeza es una constante. Aunque lo hago de manera espontánea creo que lo que yo estoy reflejando es mi subconsciente, y siendo una persona un poco introvertida y calculadora al pintar lo hago sin miedo, fluido, lo cual contrasta con mi personalidad. Todos esos personajes han de ser cosas que tengo adentro”.
¡Uf!
Hay que darle crédito a Mónica Kupfer por su trabajo con Brooke. Como curadora que lleva más de 30 años haciendo exhibiciones y trabajando con el MAC, ella era la persona indicada para esta labor titánica (fueron más de 50 pinturas). Además, creo que a nivel personal existía la confianza con el artista para ayudarlo a seleccionar lo mejor o más coherente para exhibir en 2021, algo determinante para artistas y muestras de este calibre.
A ella le dejo la última palabra:
“Sean pequeñas o épicas, las composiciones de Alfaro presentan metáforas visuales y referencias artístico-históricas, así como una constante sensación de angustia existencial. A través de su humor oscuro, subversión de las tradiciones y deseo de asombrar, Alfaro revela su visión particular del mundo y su actitud sarcástica hacia las costumbres de la iglesia y la sociedad. Por su destreza técnica también nos hace conscientes del proceso mismo de pintar. Su manejo virtuoso de diversos medios está patente en su facilidad con los óleos, sus brochazos meticulosos, los trazos limpios y dinámicos de sus pasteles, y su fineza en la aplicación de laminillas de oro”.