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Un momento único para el arte guna

Dos exhibiciones en dos de los principales museos de la ciudad expresan la profundidad y riqueza de este pueblo originario.

En un hecho sin precedentes, y de una manera totalmente fortuita, dos de los museos más prominentes de la ciudad de Panamá, el Museo del Canal Interoceánico y el Museo de Arte Contemporáneo, han montado dos respectivas exhibiciones que se adentran en la rica y poco divulgada cosmovisión y cultura guna. En ellas, el público podrá aprender sobre sus creencias, mitos e idiosincrasia, conceptos que son presentados con un talento creativo muy propio y depurado.

Diferentes en su concepto, formato y presentación, ambos proyectos representan una genuina bonanza para el público de la escena artística panameña en general, que a pesar de reconocer y exaltar conscientemente todo lo que es “nuestro”, aún desconocemos mucho de lo que “eso” es. En este caso, debido al currículum escolar limitado y sesgado del sistema educativo panameño, en conjunto con una población que se jacta de ser cosmopolita pero que en realidad es conservadora y moderadamente racista, desconocemos mucho acerca de los pueblos originarios de nuestro territorio, además de que existe poca información en libros y otras manifestaciones culturales –que sean ampliamente disponibles– para aprender acerca de ellas.

Los guna son reconocidos por su fuerte espíritu independiente y cierta reserva a integrarse a las costumbres del mundo colonizado. En Panamá tenemos educadores, servidores públicos de alto mando, artistas y emprendedores guna, aunque su actitud en general siempre es una de modestia y estoicismo en vez de alarde. Y en la era actual, en la que la diversidad y la tolerancia reinan, este grupo es un referente especial por su entendimiento y aceptación de minorías como las de sus homosexuales y albinos, quienes son tratados con respeto mientras que en otras culturas que son igualmente antiguas serían rechazados.

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Una cosmovisión, como el término bien lo dice, implica una perspectiva de su propia creación, una relación con la tierra y el universo, y una serie de costumbres que crean una comunidad entre paisanos. Los guna son mucho más que molas y chaquiras: tienen mitos de creación, tradiciones que marcan las etapas de la vida, cánticos, música y bailes, junto con otro montón de detalles chicos y grandes que no hay que ser un antropólogo para encontrar interesantes.

La realización de estas dos exhibiciones, a simple vista y durante un año electoral, podrían verse como si los sailas (líderes tribales) se hubieran puesto de acuerdo para recordarle al electorado acerca de su presencia. Todo lo contrario. Quizás los planetas se alinearon a su favor en este caso, y lo que estos proyectos resaltan es su creatividad, su talento y su mística personal, la cual es digna de reconocer y compartir.

Molas – Capas de sabiduría

Museo del Canal Interoceánico

24 de febrero – 30 de junio

La galería del ático de este museo ubicado en la Plaza Catedral en Casco Antiguo se ha convertido en un espacio para muestras de arte de primer nivel, habiendo tenido anteriormente una exhibición itinerante sobre la marca francesa Chanel. Ahora se transforma para albergar Molas – Capas de sabiduría, en la cual se explora la forma y el fondo de esta técnica textil tan icónica y representativa, tanto de los guna como de Panamá como país.

Lo primero que destaca de esta muestra es que viene de Colombia. Para muchos, yo incluido, resultó sorpresa el saber que la presencia guna va mucho más allá de la comarca Gunayala en el archipiélago de San Blas, en el Caribe panameño, y que se extiende hasta varias partes del territorio vecino. Existen otras comarcas en el territorio nacional y en el resto de las provincias, pero resultó curioso el saber que había gunas en Antioquía, Chocó y en otros departamentos colombianos.

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Esta exposición, de hecho, se llevó a cabo primero en el Museo del Oro, en Bogotá, y posteriormente fue traída al istmo, en el marco de la celebración de los 500 años de la ciudad de Panamá y en “un momento propicio para reflexionar sobre la gran riqueza de nuestro diverso ADN cultural”, según el brochure impreso localmente. Son más de 200 molas, pertenecientes a diferentes coleccionistas privados, en las que se entiende la razón, el poder y el estilo de este colorido tejido.

Hablando en términos pictóricos, las molas pueden ser tanto figurativas (reconoces una imagen de algo) como abstractas (solo ves formas y líneas). Sin embargo, cada mola tiene un propósito, una conexión personal con quien la hace, y hasta un poder místico. Los diseños les vienen a sus creadoras en los sueños, un tipo de inspiración cósmica-onírica, y muchos de los diseños abstractos que se ven lindos por sus colores y formas son en realidad pictogramas poseedores de hechizos o mensajes protectores, ya sea contra el peligro de la naturaleza, de un enemigo espiritual o humano o para marcar una etapa de vida, como el paso de niña a mujer. El símbolo más representativo de los guna, parecido a la suástica, es en realidad una representación de los cuatro puntos cardinales, y usualmente es presentado en movimiento y no de una manera estática. Las molas las producen exclusivamente las mujeres, y son parte de su vida diaria, aprendiendo las técnicas para su elaboración desde los cuatro años; de hecho, las tijeras juegan un papel importante en su confección, tanto a nivel técnico como conceptual.

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La muestra tiene información general sobre esta cultura y las molas. Hay unas alucinantes por sus colores y formas que representan visiones cósmicas o leyendas ancestrales, mientras que hay otras más coloquiales y chistosas que reflejan la cultura popular, con sus políticos y súper héroes. De verdad vale la pena visitarla para entender que este tejido es más profundo y culturalmente rico de lo que anteriormente le dábamos crédito.

Dulemar

Museo de Arte Contemporáneo

3 de abril – 9 junio

El gentilicio para referirse a los guna es gunadule, lo cual significa persona (dule) [que vive] sobre la superficie de la tierra (guna); la manera correcta de nombrarlos es como el Pueblo Dule, y “Dulemar”, expresión que da título a esta exhibición de arte contemporáneo, no es más que el plural de ​dule. En la comunicación oficial del museo son descritos como “Herederos de tradiciones ancestrales… sobresalen hoy como uno de los pueblos indígenas más autónomos del mundo por su larga historia de firme resistencia a la colonización y a la asimilación. Se destacan también como una de las sociedades más creativas: poseedora de una producción visual y un patrimonio material e inmaterial poco conocido por el público más allá de sus populares molas”.

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Pues, para empezar, no encontrarán ni una sola mola en el MAC. ¡Y esto es algo bueno! Ya la muestra anterior se encargó de este elemento de la cultura guna, así que el equipo de curadores de Dulemar, conformados por Walo Araújo y Gladys Turner, se concentraron en buscar conceptos más personales y soportes (formatos) más ad hoc a este museo, o sea video, fotografía y pintura. Las obras pertenecen a una docena de artistas, entre los cuales hay gunas, otros panameños y extranjeros; nombres de maestros reconocidos como Ologwagdi, Kansuet y Kantule están presentes, junto a otros talentos como Ana Elena Tejera, James Howe y Mónica Martínez. Si en Molas – Capas de sabiduría conocimos acerca de una de sus expresiones artísticas, aquí nos adentramos propiamente en la mentalidad de su gente, su historia y sus tradiciones pocas veces vistas fuera de las comarcas.

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En las obras de la muestra el público podrá conocer sobre costumbres culinarias (cómo preparar una crema de zapallo), tradiciones comunitarias (la fiesta y preparación de una chicha ceremonial), los ritos de pasaje (limpia y bendición de una niña), la inspiración para las molas, la belleza física de sus hombres y mujeres, además de una visión contemporánea sobre la tecnología en la vida cotidiana. Aquí se les escucha hablando y cantando, se les ve comiendo y fumando, se aprecian fotos antiguas de cómo se vestían antes las mujeres con más adornos y prendas, y la estética propia de las molas es reconfigurada en obras pictóricas con un mensaje más personal.

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La iniciativa para levarla a cabo surgió de Araújo, quien durante más de una década trabajó para la Agencia de Cooperación Española en Panamá desarrollando un programa de apoyo para el Congreso General de Gunayala; durante esa época él pudo aprender más sobre el Pueblo Dule, y años después, ahora como voluntario del nuevo Consejo de Exhibiciones del MAC, decidió proponer una exhibición que destacara la cultura guna. Comenta el curador: “Han sido muy interesantes las discusiones que hemos tenido sobre el tipo de exposiciones que debemos presentar, alineadas con la misión del museo: que hablen de temas relevantes para Panamá, en su contexto regional y global, que construyan sentido y que propongan visiones más inclusivas. Por eso propuse que para la celebración de los 500 años de la ciudad de Panamá que presentáramos una exhibición como Dulemar. Me inspiró mucho el trabajo que está haciendo la cineasta Ana Elena Tejera, con quien tuve las primeras conversaciones sobre una posible exhibición en el MAC, a partir del diálogo sobre su obra Lucíamor / La mola de Lucía y su documental ¿Dónde está la estatua de Panquiaco? Ana Elena me puso en contacto con el poeta Inawinapi (Cebaldo de León) y comencé con él también una conservación muy fructífera sobre el proyecto, en la que se fueron incorporando la curadora Gladys Turner y los demás artistas, así como expertos y expertas de los Congresos Generales de Gunayala”.

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Así que ahora contamos con dos muestras profesionales y bien conceptualizadas que permiten al público aprender sobre los guna. Para los panameños, son una opción para saciar esa curiosidad cultural sobre una comunidad con la cual compartimos el territorio, y la cual es tan digna y elevada como cualquier otra vecina (inca, mapuche, azteca, navajo, guaraní); mientras que para los extranjeros, estas exhibiciones son otra muestra de la riqueza cultural panameña, que incluye mucho más que el folklore de la región de Azuero o que los aportes afrodescendientes del lado Atlántico. Ojalá que en años siguientes podamos ver iniciativas similares sobre los Ngäbe, los Naso o los Emberá.