Return to site

The Dirt y la suciedad del rock

Siguiendo una estela de películas loadas sobre músicos y sus dramas, Netflix hace su aporte con la biografía mítica de un grupo que dejó una marca.

Mötley Crüe, agrupación de la escena de Los Ángeles de la década de los 80, confirmó su presencia eterna en el Olimpo del Rock con la publicación de su biografía The Dirt: Confessions of the World’s Most Notorious Rock Band, en 2001. En ella había tanto despilfarro y libertinaje que hacía que la otra biografía rockera de la época, la Hammer of the Gods de Led Zeppelin, se quedara chica. Y eso es decir bastante.

Yo leí el libro un par de años después de su publicación y sí, quedé impresionado. Había dramas personales nunca vistos, excesos nunca antes imaginados y cochinadas que solo la cocaína y el alcoholismo provocarían. Para ese entonces yo ya era un adulto joven que tomó estas confesiones –escritas en conjunto por los cuatro miembros del grupo con la ayuda de un periodista– como un gran acto de expiación y catarsis por parte de estos músicos.

broken image

Vale decir que Mötley Crüe fue una parte esencial de mi formación musical. Mi hermana mayor, siguiendo la tradición global de influir en su hermanito a través de su colección de discos, pasó de escuchar música disco y Enrique y Ana en los setenta a asimilar la onda rockera de los ochenta, empezando por Crüe, pasando por Poison y Bon Jovi e incluyendo a Duran Duran; antes de que sus gustos se suavizaran, y antes de que yo descubriera las fantasías más masculinas y elaboradas de Iron Maiden y Rush a los siete años, me sorprendí de que mi hermana anduviera escuchando a los sacrílegos creadores de Shout at the Devil y Looks that Kill, todos maquillados y en videos de imágenes algo provocadoras para dos estudiantes de una escuela jesuita.

Su entrada al grupo fue con temas como Smoking in the Boys Room y Home Sweet Home, mientras que mi primer recuerdo de ellos fue el video de Wild Side, en el que el baterista, Tommy Lee, toca dentro de una jaula que da vueltas en el aire. Ese detalle sumó a mi interés en tocar batería años después, definitivamente, mientras que el sonido de su álbum clásico Dr. Feelgood, el cual compré en casete en Gran Morrisson, me enseñó sobre cómo rockear con groove (o sea tocar pesado pero con un ritmo bailable). Hasta tenía un collar con un dije enorme del símbolo que sale en la portada, una interpretación metalera de lo que me acabo de enterar se llama “vara de Esculapio”.

broken image

Cuando salió el libro The Dirt mis gustos musicales se habían diversificado, y los Mötley Crüe estaban pasando por un periodo de cambios con otro cantante y falta de creatividad. Independientemente de eso, Nikki Sixx, Mick Mars, Vince Neil y el antes mencionado Lee ya tenían un lugar en mi corazón.

Arquetipos y suciedad

The Dirt ha sido criticada por ser una película mediocre con actuaciones poco notables que se queda chica ante las grandes barbaridades del libro. No voy a negar esta afirmación. Sin embargo, y si eres una persona que se identifica con la rebeldía y la actitud del rock pesado y del punk, pues terminarás disfrutando este filme de Netflix mucho más que la sobrevalorada Bohemian Rhapsody o que la infravalorada A Star is Born. En estos dos ejemplos, otros detalles dramáticos se sobreponen a la musicalidad de la música, valga la redundancia, como la sexualidad de Freddie Mercury y la producción de éxitos impecables de Queen, o el crecimiento acelerado de estrella pop del personaje de Lady Gaga y el exceso predecible del papel de Bradley Cooper. En ese sentido, estas dos películas se fueron a polos opuestos y extremos de mostrar la historia depurada de un grupo masivo, por un lado, y por otro todos los clichés ya conocidos y considerados que aquejan a las estrellas de la música. Zzzz…

broken image

La película de Mötley Crüe empieza con una escena de cunnilingus en medio de una fiesta en una casa que termina en una eyaculación femenina. Eso sienta el tono para el resto de la historia, la cual lleva “a otro nivel” la vida “extrema” de los músicos de la época. Por ejemplo, la escena en la que Ozzy Osbourne, un dios rockero de una generación anterior, inhala hormigas ante la falta de cocaína y luego lame su propia orina, todo en la piscina de un hotel ante otros huéspedes asqueados; también está la eterna calentura de Vince Neil, quien se coge a todas y todas quieren coger con él.

Este dato sobre Neil refleja el primero de los cuatro arquetipos propios de un grupo de rock pesado, una realidad que Queen tuvo mucho pudor para proyectar y que no encajaba en la película sobre músicos solistas de Cooper. En cada grupo de rock, que a nivel básico son cuartetos con un cantante, un guitarrista, un bajista y un baterista, cada uno de ellos llena un rol casi preestablecido que en unión reproducen la energía y carácter propios de esta música. Los Beatles son el prototipo original de esta premisa, la cual evolucionó tras su legado. U2 lo refleja también.

Primero está el cantante: él es guapo, vanidoso, atractivo y talentoso con su voz; la mayoría de las mujeres lo desean, y él en el fondo es un hombre sensible y no tan superficial como parece; el personaje de Vince Neil interpretado por Daniel Webber llena este rol y la película lo demuestra bien, con sus novias adineradas que le compran pantalones caros, las novias de sus amigos que no pueden evitar desearlo, y más adelante, su rol como padre. El bajista siempre tiene un carácter más intelectual y ve el panorama mayor; es como el arquitecto o la base sin proyectar de más en la ejecución de la música; en este caso ese es Nikki Sixx, interpretado por Douglas Booth, quien formó la banda partiendo de su rebeldía punk combinada con el deseo de ser diferentes y explosivos, literalmente. El baterista suele ser divertido, más relajado y amoroso, más preocupado por pasarla bien con sus colegas que otra cosa; ese es Tommy Lee, actuado aquí por el igualmente tatuado rapero blanco llamado Machine Gun Kelly, quien logra captar el joir de vivre de este baterista amante de su familia y de rubias televisivas americanas (Heather Locklear, quien sale en la peli, y Pamela Anderson, que no).

Finalmente está el guitarrista. En algunos casos, como en el de Led Zeppelin o los Rolling Stones, es él quien guía al grupo y secretamente liga más que todos; Mick Mars de Crüe tenía un rol más paternal y de sensatez dentro del grupo, en parte por su vida complicada (que se narra más en el libro) y por su forma de ser más seria; aquí lo interpreta Iwan Rheon, el actor galés de Game of Thrones, a quien nunca pensé que iba a volver a disfrutar después de la salvajada de personaje que hizo en dicha serie como Ramsey Bolton; aquí aporta humor y un balance maduro al resto de los personajes sin alejarse mucho de la realidad.

Girls, Girls, Girls en la era de #metoo

The Dirt tomó más de 10 años en ser producida y fue dirigida Jeff Tremaine, conocido por las aventuras irreverentes de las Jackass. Aunque en hora y media se queda corta para lo que cuenta el libro, de todas maneras permite un arco dramático para los personajes principales, o sea Sixx y Neil. El bajista tiene que lidiar con un padre ausente y una mamá desequilibrada, a la cual rechaza desde una temprana edad y con la que le cuesta reconciliarse; sí, el gran rockero tenía mommy issues, pero eso lo ennoblece en vez de desprestigiarlo. Por su parte Neil, el cantante rubio que tiene todo lo que quiere, sufre la muerte accidental de un colega respetado, además de la muerte infantil de su primera hija, dos acontecimientos que lo enderezaron más rápido que un rayo de Zeus bajado del cielo.

Estos detalles sopesan el abierto machismo, o más bien el antifeminismo, que estos músicos representaron en su música, videos y actitud durante la primera década de su carrera. No hay nada más descarado como el tema Girls, Girls, Girls, o un video tan ridículo y masculinamente fantasioso como el de Looks that Kill. Pero las mujeres que fueron sus fans y que ahora vieron esta película (como mi hermana y algunas amigas) se sintieron conmovidas más que ofendidas, ya que en el fondo estos hombres maduraron y, de cierta forma, evolucionaron.

broken image

Así, una historia que podría ser complicada de aceptar en el contexto contemporáneo resulta entretenida y hasta inspiradora, ya que a pesar de sus deslices personales y musicales Mötley Crüe siguió hasta jubilarse voluntariamente hace unos años. The Dirt se queda corta ante otros biopics de músicos, como Ray o Walk the Line, pero sí satisface como otras cintas del rock como Velvet Goldmine, This is Spinal Tap o, en pro de la objetividad, el musical Rock of Ages (aunque prefiero School of Rock). Ya que estamos comparando, una de las escenas más divertidas de la película es el recuento de un día normal en la vida de Tommy Lee, el cual queda como una versión alternativa del vilipendiado video de Smack my Bitch Up, de Prodigy, dirigido por el sueco Jonas Akerlund, quien a su vez acaba de lanzar otra película de temática rockera, aunque de una tonalidad mucho más oscura y perversa.

Así que les recomiendo The Dirt, la cual considero no apta para niños ni para padres conservadores.