La más reciente historia de la saga de Star Wars es un filme sobre el carácter rebelde y la bondad de las personas… y no tiene nada que ver con La Fuerza.
Sigue leyendo solo si ya la viste.
A simple vista, la primera impresión de Solo,dirigida por el magnífico Ron Howard, es una tremendamente positiva. Uno venía de leer sobre la controversia que hubo con los primeros directores que fueron contratados para dirigirla, los cuales renunciaron al proyecto ya arrancada la filmación por diferencias creativas con los productores. Se decía que estaban haciendo una película muy tipo comedia y eso no gustó. El resultado final, como verán, sí tiene el humor característico de la serie, aunque con un tono claramente adulto, y en una era post Rogue One, muy diferenciado de la serie de los episodios VII y VIII.
Esta es la historia del héroe que casi le roba el show a los Skywalker, el rebelde (¡mas no de la rebelión!), bonachón y romántico piloto Han Solo. Resulta que Han vivía en un planeta miserable lleno de forajidos del cual quería escapar para ser piloto y ver el universo. Al momento que lo logra, de la mano de su enamorada, Qi’ra (Emilia Clarke), algo pasa y ella se queda y él se va. Tras entrenar para ser piloto y soldado en el Imperio, usándolo solo como un medio para alcanzar su fin, se encuentra con una banda de ladrones que lo rescatan y lo invitan a ser parte de su equipo para lograr un robo que beneficiará a todos.
Con esta premisa, Solo es básicamente una película sobre maleantes tratando de hacer un “trabajo”. Hay una escena de un robo de un tren, al igual que otros elementos que la asemejan a un western o a un Italian Job, solo que en el futuro, en el espacio y en el universo de Star Wars. ¡Vaya logro!
Los personajes de Lando Calrisian y L3-37 añaden un giro interesante a la historia.
Y gran parte se debe a los guionistas, Laurance Kasdan y su hijo Jonathan. Kasdan padre es uno de los mejores guionistas de Hollywood (The Big Chill, Raiders of the Lost Ark) que además está súper familiarizado con el universo de LucasFilm: él escribió los guiones de The Empire Strikes Back, Return of the Jedi, The Force Awakens y The Last Jedi. Con ese conocimiento de la trama y de los personajes, el escritor pudo crear una historia sustanciosa dentro de un universo creativo definido en expansión, tomando al antihéroe cementado en pantalla por Harrison Ford y dándole un trasfondo personal que justifica sus acciones futuras. Han (su apellido surge por casualidad) es, en el fondo, el bueno disfrazado de malo, ese bad boyque todas las chicas desean porque es guapo, encantador y ligeramente peligroso. El nuevo actor Alden Ehrenreich lo interpreta con carisma propio, emulando lo suficiente a Ford como para que la magia del personaje se mantenga.
Otro aporte importante es el de los actores, todos grandes “character actors”, que resulta interesante ver en este universo fantástico. Woody Harrelson es el mentor Beckett, amigable y traicionero a la vez; Thandie Newton es Val, una mercenaria con afro y actitud; Donald Glover es Lando Fucking Calrisian, el chulo más elegante del espacio; y Paul Bethany es Dryden Vos, el malo, que se parece como a un joven Peter O’Tool pero con ropa futurista y una cara llena de estrías y ojos rojos. Por supuesto que también está Chewbacca, ahora interpretado con más presencia física por el finlandés Joonas Suotamo, y el robot inteligente de turno, L3-37, cuya voz la hace la actriz inglesa Phoebe Waller-Bridge.
Muy a tono con el ambiente contemporáneo, y siguiendo la línea de otras acciones en filmes anteriores de Star Wars que proyectan una visión más inclusiva del mundo (la variedad étnica de los héroes de Rogue One, la presencia femenina en cargos de poder en The Last Jedi) en Solo vemos cosas interesantes que reflejan la actualidad. Está la actitud millennial de no seguir órdenes y buscar el camino propio, cualquiera que sea; están las relaciones inter-raciales e inter-seres (‘a la The Shape of Water), en este caso entre un robot y un humano; y está el tema de los derechos igualitarios tanto para humanos como para inteligencias artificiales, muy apropiado para el movimiento LGBTT y para un canon cinematográfico donde ya existe Ex Machina.
La continuidad de la serie se mantiene, con guiños sutiles a las películas originales (los dados de Han, el tablero holográfico del Millenium Falcon) y la presencia de un grupo villano liderado por…
El fondo de la película es la relación de Han con Chewie y con Beckett. Con el Wookie el objetivo es el de encontrar a tu camarada, a tu hermano, a tu cómplice, unidos por las circunstancias, mientras que con el ladrón de Harrelson se da una dinámica más padre-hijo o mentor-aprendiz, solo que a diferencia la relación con Luke y Obi-Wan o Yoda, aquí todos son gente común y corriente, sin poderes mágicos, incluso en la periferia de lo que es normal o aceptado. Cuando la esperanza de Solo se pierde en el tercer acto de la trama, él encuentra su propósito: vivir al margen de la ley pero haciendo siempre lo correcto. Lo grande del director Ron Howard en este caso es el darle profundidad a estas relaciones sin caer en dramas exagerados, con un tono íntimo y relajado a la vez.
El piloto y el Wookie: una de las parejas más queridas del cine moderno.
Los fanboys como uno se deleitarán de ver al Halcón Milenario como nuevo y luego como lo recuerdan, maltratado y carcacho, tras pasar por una nébula espacial en la que aparece, spoiler alert, Cthulhu (o algo muy similar). Otro detalle gustoso es el ver la pistola de Han, lo cual excitó tanto como ver un sable de luz (¡que de hecho brillan por su ausencia aquí!).
Con esto ya queda claro que la serie original, del episodio I al VIII y los que sigan, serán películas más masivas y ligeramente Disney, mientras que todos los spin off serán obras más “adultas” e incluso oscuras (recordemos el final Shakespearano de Rogue One). Mientras los obsesivos todavía discuten el final de Luke contra Kylo Ren de la película anterior, los fanáticos más casuales pueden darse gusto con estas historias adicionales que solo han de contribuir al crecimiento de la leyenda creada –sin mucho ingenio literario pero con una gran visión comercial– por George Lucas hace 40 años.