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Los covers históricos de bandas panameñas en Budstock

En el año 2000 se editó un disco único e irrepetible que, además de mostrar lo mejor del rock del patio de ese momento, rompió la barrera del idioma.

En la escena artística de Panamá suceden muchas cosas que, con el paso del tiempo y debido a una falta de difusión y comentario, quedan enterradas en el pasado o en las memorias de aquellos pocos que las vivieron. Esto quizás se perciba como una injusticia para el artista, primero, debido a que su trabajo y esfuerzo quedan como inexistentes, y en segundo lugar para el público, el cual queda privado de una obra que puede inspirarle o entretenerle.

Tal es el caso del disco titulado Budstock, publicado en el año 2000 de manera independiente. Este álbum es una compilación de bandas nacionales de rock tocando covers clásicos de artistas destacados del género, con el giro original (para Panamá) de traducir todas las letras y cantarlas en español. Un concepto noble la verdad, en este caso promovido por una cervecería que deseaba introducir al mercado la afamada Budweiser (“The King of Beers”).

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Antes de comentr las joyas que aparecen en la grabación, veamos un poco del contexto que produjo este trabajo.

La espuma

En el mercadeo cervecero estadounidense, las asociaciones son con los deportes o con la música. Budweiser era representada en comerciales de tele por caballos salvajes en el oeste americano, evocando la virilidad, fortaleza y libertad característica de la idiosincrasia gringa. Eso y con mujeres en bikini.

Panamá siempre ha tenido marcas propias de cerveza muy fuertes, siendo Balboa la primera producida a nivel nacional. Le siguieron Atlas, Soberana y luego otras como Panamá y HB, divididas en Cervecería Nacional y Cervecería del Barú. Cerveza Atlas, tradicionalmente tradicional, se vendió por muchos años con canciones y la imagen de Rubén Blades.

A finales de los años 90 en Panamá comenzaron a entrar marcas extranjeras con nuevo empuje comercial. Quizás antes se podía conseguir Budweisers, Millers y Coors en la Zona del Canal, pero ahora esas marcas importadas serían vendidas en los supermercados junto a las nacionales. Hoy en día el panorama cervecero a nivel nacional es muy bueno, con marcas locales e internacionales de todos lados disponibles en bares y comercios. También ya hemos llegado a asociar a ciertas marcas con ciertas actividades, como Heineken con el fútbol y la música electrónica, o Soberana con los carnavales y el interior del país, para nombrar solo un par.

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La escena local de rock de finales de 1990 quedó bien representada.

Se les ha de haber hecho fácil, a los ejecutivos de mercadeo encargados de la marca Bud, el asociarla en Panamá con la creciente escena del rock nacional. Y de hecho el BudStock Festival, parecido al mítico Woodstock solo en nombre, fue su primera iniciativa musical en el istmo. Me imagino que habrán pensado, con una lógica lógica para la época, algo como: “man, ¡hagamos un evento de verano donde vendamos nuestras cervezas de calidad superior americana a esta clase media panameña que asocia al rock & roll con Estados Unidos y sus valores estadounidenses!”.

No recuerdo si el concierto se llegó a hacer una o dos veces, pero definitivamente parece que éste fue el catalizador para que los ejecutivos pidieran un poco más de presupuesto al año siguiente para grabar un disco y promocionarlo.

El cuerpo

El rock panameño explotó en los 90. Al principio de la década solo los pioneros de los ochenta, como Océano, Los 33, Fósiles Mecánicos y Tierra de Nadie, seguían tratando de crear nuevo material y lanzarlo en formato digital de disco compacto. Bandas “nuevas” como Xantos Jorge, con su primer video en MTV en 1994, e Instinto estaban aportando sangre nueva e ideas frescas a la escena. Hammerhead, ahora Cabeza de Martillo, tomaría su tiempo para hacer su disco debut que influyó a toda una generación.

Pero nada se comparó con el “efecto Rabanes”. Después de la mitad de los 90 fueron ellos y sus discos con el sello nacional Kiwi Records los que revolucionaron la escena, marcando un claro antes y después. Ahora estaba cool ser rockero, sobre todo si tres chicos de Chitré podían tomar la base punk de los Ramones y agregarle el sabor tropical de los combos nacionales y el típico de Azuero. En eventos como Juvenalia las masas de adolescentes se comenzaron a mover al ritmo saltón y divertido de Emilio, Javi y Maestro Pipón.

Gracias a ellos se despertó un movimiento de nuevo punk panameño, produciendo bandas como Dos Huevos un Camino, Factor VIII y los Rabanes menores de Os Almirantes. Este entusiasmo, aunado a un nuevo movimiento en México que desde los 80 se bautizó como “rock en tu idioma”, permitieron que más músicos panameños se organizasen, crearan sus bandas y tocaran ante públicos cada vez más grandes. Tras los Rabanes, el rock en Panamá ya no era solo algo para yeyesitos o las clases altas de la capital. ¡Amén por eso!

Al final de la década los Rabanes ya estaban en Miami con los Estefan, produciendo el disco que los llevaría a ganar un Grammy y convertirlos en genuinas estrellas musicales. Esto transformó al líder de la banda, Emilio Regueira, en el santo padre del rock contemporáneo en Panamá; con un talento tan original, esto también provocó que muchos de los grupos que surgieron siguiendo su estela no hayan sobrevivido a la década, quedando como “one hit wonders” con cidí publicado pero con poca credibilidad artística.

El sabor

Entonces –regresando a los ejecutivos de mercadeo– la elección de un “director musical” para su disco de rock inspirado en el festival Budstock era clara: ¡Emilio Regueria de los Rabanes! ¿Dónde grabarlo? Pues en el estudio de Pablo Quintero, Insomnio, en ese entonces uno de los mejores de la ciudad. ¿Quién para producirlo? Pues nadie mejor que Salo Shamah, tecladista de Océano y productor de sus éxitos. Luis Carlos “Agapito” Cleghorn, en ese entonces parte de la tropa cómica de La Pepa TV que luego sería La Cáscara, tuvo el curioso rol de “dirección ejecutiva”, la cual probablemente le ayudó en su futura vocación como político porque su presencia no se notó, por lo menos para los músicos participantes.

El Budstock comenzó a grabarse en 1998-99 y fue publicado hasta entrados el 2000. Se desconocen cuántas copias se hicieron, pero lo curioso es que alrededor de una docena aún sobrevive dividida entre los estantes de cds de las tiendas Gran Morrison de El Dorado y Vía España.

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En los créditos agradecieron a las bandas de los temas originales (¡qué amables!) y dejaron por escrito la promesa de un festival en grande que nunca llegó.

El trabajo está compuesto de 14 temas interpretados por artistas establecidos y nuevos del rock nacional. El principal requisito: traducir la letra al español (por lo menos las estrofas y no los coros). Vamos uno por uno:

Love Rock ‘n Roll

De Joan Jett, interpretada por Michelle O. Esta chica, que era una conductora de radio, hizo una traducción en espanglish bastante libre. Musicalmente cumple, y la voz arrogante de la cantante emula bien a la original, pero al ser la primera vez que se escuchaba a alguien decir “papasón” o “wenón” en una canción de rock en español, el resultado fue algo raro.

Walk This Way

De Aerosmith, interpretada por Juan Sin Tierra, Díaz y Valdés, todos destacados músicos de las primeras bandas de rock del país. La tocan un poco más rápida que la original, pero suena bastante decente. No se esperaba menos de gente tan capaz.

Miss You

Este blues con ritmo disco de los Rolling Stones la tocan Los 33, su equivalente más directo en la escena nacional tanto en actitud como en sonido. Juliao y compañía saben lo que hacen y no fallan aquí. La letra usa muchas referencias locales, propias de los nuevos bares de rock que surgieron a finales del siglo pasado.

Cum on Feel the Noize

Los embajadores metaleros del patio tocan un cover del cover: la versión de Quiet Riot que es original de Slade. Frank Leone agrega sus gritos agresivos y Eric Pinzón sus solos y power chords que hacen de esta la versión más pesada de este tema. Dato curioso: es probable que los integrantes de este grupo fueron al concierto de Quiet Riot a mediados de los 80 en discoteca Magic, creo, donde seguramente escucharon esta canción en directo. Aquí también toca el querido baterista Ricardo “Peluca” Isaza (q.d.e.p.), quien recién se unía al grupo.

I Wanna be Sedated

Los Rabanes no se complicaron y buscaron homenajear a sus padrinos con este track de los Ramones. La tocaron tal cual, y en la traducción quedaron hablando sobre el fenómeno de “la pálida” y la creciente popularidad de la marihuana en las clases medias (¡porque las altas y las bajas ya la disfrutaban!). Sencilla pero eficiente, y en la parte de voz al final, esa onomatopeya de “pa pa papan papá pa papan”, Emilio le mete un son panameño que Joey Ramone hubiera apreciado.

Out on the Tiles

Este tema poco sonado de Led Zeppelin fue elegido por la banda Gran Soma tanto por capricho como por practicidad: era una favorita de los integrantes y, con un tiempo limitado de estudio para grabarla, representaba una opción fácil para tocar una composición de Jimmy Page. La traducción de la letra fue hecha tal cual, con algunas adaptaciones, y fue grabada en unas cuantas horas en una mañana de domingo (lo sé porque yo toqué la batería).

Waro Tengo (Wango Tango)

El guitarrista y rockero Ted Nugent es una figura polarizadora: o adoras su irreverencia republicana y portadora de armas, o piensas que es otro cerdo sexista y alcohólico del pasado. Esta verborrea rockera festiva es traducida con el feeling correcto, empezando con “Si buscas un arranque, baby, y estas buena para levantar…”. Si eres fan de la original la disfrutas, si no pues no tanto.

Paradise City

Quizás el logro más notable del disco y un vistazo al futuro de una leyenda naciente. Emilio Regueira y Rabanes fueron los reyes del rock panameño en los noventas y dosmiles, pero poco después del cambio de década Señor Loop y su carismático cantante, Lilo Sánchez, conquistaron a una generación de fanáticos panameños que literalmente crecieron con este grupo. Pero antes de eso estaba Gasolina 70, en la cual Lilo comenzó como baterista y luego dio el paso a guitarrista y cantante; su hermano Caíto, quien también lo acompañó al principio con los Loop, toca la batería junto a Jimmy Leach en el bajo y José Manuel Correa en la guitarra.

Previendo el groove de Señor Loop, Gasolina 70 tomó esté éxito de 1987 de Guns ‘n Roses y lo puso funky, tocándola lento, con un coro pegajoso (“Llévenme a la Paradise City, donde el grass es green y las girls bien pretty”) y colocando al final un solo de guitarra eyaculante que Slash pudiera haber logrado solo después de tomarse una botella de Abuelo y de escuchar un poco de plena parqueando en Bocas. Dura más de seis minutos y es la más larga del álbum, otra “loopsada” si gustan.

Escuchando esta canción uno recuerda el cover que Guns hacía de Knocking on Heaven’s Door de Bob Dylan, y como en vivo le agregaron una parte de reggae que Axl anunciaba exclamando “¡give me some reggae!”. Alguien debería hacerle llegar esta versión a ese man para que tenga una idea de qué es lo que es en lo que a sabor tropical se refiere.

Panama

En la reunión preliminar de mercadeo para planear este disco me imagino a un ejecutivo levantando la mano para decir “¡tiene que ir esa disque Panama de Van Halen!”. No sé si dicho, pero sí hecho: Océano, con los queridos Pitongo y Leo Goldfarb haciendo una buena representación de Eddie y Alex Van Halen respectivamente, tomaron el mandado de grabar esta canción, con el único punto débil de que su baterista/cantante hizo su mejor esfuerzo para llegarle a los talones a la sensualidad descarada de David Lee Roth. El conguero Zito Barés destaca y agrega un feeling local con sus bienvenidos tambores.

Descúbreme (Hazy Shade of Winter)

Fayruz quedará en la historia como la primera banda rockera de Panamá compuesta enteramente por mujeres. Este es otro cover de un cover, original de Simon & Garfunkel pero reinterpretada rockeramente por las chicas de The Bangles para el soundtrack de Less Than Zero a mediados de los ochenta.

Las chicas de Fayruz logran armonías de voz, guitarras pesadas y teclados sutiles. La letra tuvo una interpretación más personal, con alusiones a encontrar el amor, a cambiar la percepción y a lograr una identidad más propia. Estas líricas resaltan entre tanto machismo y superficialidad fiestera del resto de las traducciones, recordando que este era un disco para una cerveza donde artistas predominantemente masculinos interpretaban hits del rock sobre pasarla bien. En ese sentido, esta canción es todo lo contrario.

Rock ‘n Roll all Night

Una versión estándar en español de este éxito de Kiss. La toca una banda que se llama Signo, y el primero que viene a la mente apenas digo su nombre es el de interrogación.

Red, Red Wine

Como en Panamá nos gusta el reggae tanto como el rock esta baladita de UB40 no podía faltar. Os Almirantes hacen lo que saben hacer con ella: chispiniarla con voces roncas, melancolía chitreana y un puente reggaesero del cual Renato y Nando boom estarían orgullosos.

Twist and Shout

Si Os Almirantes vía Rabanes lideraron una moda de ska punk rock en Panamá que duró no más de media década (1995-2000), Los Gnomos les siguieron la pista con un resultado aceptable. A diferencia de las millones de versiones de esté clásico de los Beatles, aquí los Gnomos la panameñizan con ritmos de combos nacionales y con una musicalidad un poco más elaborada que la de los Chispines.

The Wall

La canción más funky y rebelde de Pink Floyd se manifiesta en Budstock gracias a Pahood y Purple Moon Roash, emulando el tono lúgubre de Roger Waters que, en este caso, le da un final un poco serio a un disco por lo general alegre.

El dejo*

Si jugamos a “dónde están ahora” con los músicos que participaron en este proyecto hace 18 años, nos encontramos con eso de que solo los buenos sobreviven.

Los Rabanes se han mantenido produciendo, aunque quizás sin el brillo creativo de sus años mozos. Cabeza de Martillo, por otro lado, se ha esforzado por ser constante e incluso más productiva que en épocas anteriores. Océano, Los 33 y Juan Sin Tierra también tocan de manera eventual, con algunos de ellos logrando proyectos solistas lanzados localmente. Una integrante de Fayruz falleció y otra dejó de tocar por cuestiones de salud, pero dos de ellas, Massiel Pinzón y María Carolina Crespo, han seguido rockeando de manera ininterrumpida en grupos como Mabí y Lolas (Pinzón) y Kitsch y Uva (Crespo). Gran Soma sobrevive de cierta forma en Raison, de Arnulfo Caparó, mientras que Gasolina 70 tomó un poco de Xantos Jorge y se hizo Señor Loop, y pues ya sabemos como esa historia se ha desarrollado y continúa activa hasta el sol de hoy.

Otro que lamentablemente perdimos fue a Peluca, quien aquí dejó plasmados sus dos lados musicales como baterista: metalero pesado con Cabeza de Martillo y más sensible y sutil con Pahood, con este último haciendo algo parecido a lo que logró años después con la banda de pop electrónico Dialecto. Probablemente algún otro músico del patio repitió su presencia en más de una de estas canciones, pero si con su grabación hubiera que homenajear a un representante del rock panameño, Ricardo Isaza sería el indicado.

Salo Shamah pasó de tecladista a asesor político de Ricardo Martinelli, y de todos los que han caído presos por casos de corrupción durante ese gobierno, empezando por Martinelli mismo, Shamah es de los pocos que han sabido librarla (actualmente está en exilio voluntario). Agapito Cleghorn entró a la política y llegó a ser embajador en Cuba, y entre aspiraciones a cargos mayores se dedica a empresas personales. Insomnio Studio de Pablo Quintero sigue en el mismo lugar haciendo la misma cosa: grabar la música de los talentos nacionales.

El internet y las redes sociales llegaron para enredarle la vida a esos ejecutivos de mercadeo de cerveza. Sus presupuestos de promoción, en años recientes y a nivel mundial, se han visto cortados hasta un pedacito poco representativo de glorias anteriores. La idea de hacer un mega festival de verano de música rock y promocionarlo grabando un disco con catorce agrupaciones distintas, algo que por lo bajo hoy en día costaría decenas de miles de dólares, hoy resulta absolutamente inconcebible.

A este compilado le precedieron el Tainaker 1 y 2, más en la onda punk rock, y años después se editaron los discos de los premios Panamá Rock a mediados de la década pasada; Planeta Péndulo de 2008, también acompañado de un festival, promovió a una nueva generación de talentos, más diversa y prolija. Desde entonces no ha habido producciones compilatorias de este tipo, lo cual es lamentable, debido a que en los casi 20 años transcurridos desde la presentación del Budstock la escena del rock nacional se ha pulido, diversificado y enriquecido para bien.

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En El último concierto de Soda Stereo, publicado en 1997, Gustavo Cerati inmortalizó la frase "¡Gracias, totales!". Los productores o diseñadores gráficos de Budstock consideraron adecuado incluir este pequeño homenaje/copia.