Una experiencia visual única e inesperada despierta preguntas filosóficas sobre el valor del arte y la expresión del ego.
Las paredes blancas del talento y el mérito
Tradicionalmente, los artistas logran establecerse como tales –en sociedad por lo menos– cuando una galería expone su trabajo. Esas galerías, generalmente privadas y propiedad de personas que aman el arte y el negocio que lo rodea, elijen a los artistas que muestran en base a gustos particulares, al estado del mercado y a las tendencias del momento, con el enfoque de representar a un talento que sea comercialmente viable y atractivo.
Ningún galerista expone o vende algo que no le gusta. Y si lo hace, es con el objetivo de diversificar y tantear el terreno. Además, existe mucho amiguismo de por medio, eso de fichar a un artista que sea conocido personal o al hijo del amigo que estudió en el exterior y ahora tiene una docena de obras para vender. Todo esto es válido en el negocio del arte.
En la mentalidad del artista, por otro lado, el lograr una exposición o la representación de una galería es una meta profesional. Es un peldaño más en la carrera que constantemente ha de buscar una mayor exposición, difusión, reconocimiento y ganancias. Que esa exposición o representación sea en muchos casos producto de una meritocracia, no tanto en base al talento, la técnica innovadora o las ideas expresadas, se disipa cuando un espectador es conmovido por alguna obra. Eso debe bastar, que el mensaje haya llegado de manera directa al público y que genere una reacción en alguien. Pero por supuesto que eso no es suficiente.
El ideal de la creación y la comunicación de ideas y sentimientos viven en un balance con el deseo de generar ingresos y nutrir una industria.
Paisaje romántico bucólico andrógino con la firma del artista.
Cuando se habla de museos, el contexto se profundiza. Un museo, sea privado o estatal, es considerado una institución con un valor diferente al de una galería. El objetivo noble de educar y generar cultura se hace más mandatorio, y la exposición que recibe el artista ocupa un lugar destacado en su CV.
Por supuesto que las galerías también comparten esta misión, y hasta el espacio más alternativo tiene su valor. Sin embargo, cuando un artista logra participar de una colectiva, de una muestra individual o de una retrospectiva en un museo, se entiende que el impacto y la trascendencia de su obra han cobrado una relevancia importante.
Esto sin ignorar el hecho de que existen museos pobres y galerías fuertes. Pero sea en galería o en museo, el artista que expone en un espacio público organizado está demostrando su deseo de compartir ideas, pensamientos y sentimientos.
Carrera versus hobby
Dedicación. Esa es la palabra clave.
Para los músicos existen dos distinciones claras: componer música propia o solamente interpretar la de los demás. Los que componen miran con desdén a los que tocan covers. Ellos “sufren” y se “sacrifican” más por su arte, queriendo decir que producen sin generar tanta ganancia o exposición. Los que interpretan éxitos en orquestas, fiestas, bares y casinos la pasan mejor y ganan más sin tener el peso moral en sus espaldas de comunicar algo particular a la sociedad.
Una gasolinera estilo antiguo rodeada de flores gigantes.
Vistos objetivamente ambos son lo mismo, en realidad. Si genuinamente se dedican a la música, ambos practican su instrumento, pulen su talento, invierten en equipo y hacen lo que tengan que hacer para tocar para la gente. La satisfacción de terminar un repertorio en vivo ante un público atento y que aplaude es la meta común.
También está la distinción de los artistas que permanecen en el clóset. Quizás han pintado o tocado un instrumento desde niños, pero no tienen interés en que otros vean su trabajo, en ganar dinero ni mucho menos enredarse comercialmente con una galería. Ellos también ensayan, invierten y pasan horas haciendo su actividad artística favorita, sin la presión de tener que destacar o lograr un retorno económico.
¿Quién es más artista, el que se entrega de lleno y se dedica exclusivamente a su talento, o aquel que tiene ese don y lo cultiva en privado? Ambos obtienen algún tipo de satisfacción, de lo contrario no continuarían haciendo lo que les gusta. La diferencia está en su apreciación o no en que terceros conozcan lo que producen: algunos hacen todo lo posible en que más personas vean su trabajo, mientras que otros terminan creando un portafolio que, quizás, vea algún amigo o familiar de confianza.
Esta Justicia, claramente identificada, es rubia y coqueta.
Recursos, filantropía y convicción de artista
Estrella de Panamá, sección de eventos sociales, 22 de marzo de 2011: “Alberto Btesh, líder de uno de los más importantes grupos económicos de Panamá y patrocinador de grandes proyectos, tales como el Mirador de Pescadores del Causeway y el puente elevado en Plaza Concordia, inauguró en días pasados su Museo Único Albert Btesh, ubicado en Vía España. De esta forma, Btesh hace realidad su sueño al concebir un lugar para inculcar en los panameños el amor por el arte a través de sus lienzos. Su pasión por los pinceles no le ha impedido que siga cosechando frutos en sus negocios. Durante este tiempo, ha sido embajador de Francia y ha creado la Fundación Alberto y Pamela Btesh, dedicada a obras filantrópicas.
Revista digital Latinol, sección de Vida Social, 26 de marzo del 2011: “Museo Único Albert Btesh abrió sus puertas. Un nuevo espacio cultural abrió sus puertas, [el] ‘Museo Único Albert Btesh’ donde podrás apreciar la mezcla de colores, creatividad y la mezcla del lienzo plasmado en las pinturas que se exhiben en el Museo. El Museo cuenta con una variedad de obras y riquezas de temas plasmados con muchos brillos y luminosidad, dándole ese toque de originalidad a cada pieza del artista, Alberto Btesh, admirador de Matisse, Monet, Rousseau, Gauguin, Van Gogh y del movimiento impresionista de principios del siglo pasado, Alberto Btesh aporta en sus obras la magia de un brochazo sin limitaciones, sin dudas, evitando que la razón frene la emoción”.
La nota incluye información “sobre el artista”: “Cuenta con una amplia y renombrada trayectoria profesional, entre las cuales podemos mencionar: Director Fundador de Gran Financiera en 1969. Director Fundador del Instituto Alberto Einstein en donde trabajó por más de siete años como Tesorero en 1955. Embajador de Panamá en Francia del 2000 al 2003. Columbus University le otorgó el Titulo Doctor Honoris Causa, 2007. Director Fundador del Deportivo Las Mañanitas y a su vez Tesorero, por ocho años en 1975. Ha creado la Fundación Alberto y Pamela Btesh que se dedica a obras filantrópicas y apoya 6 comedores infantiles”.
Diario La Crítica, miércoles 7 de enero de 2015: “El Alcalde de Panamá, José Blandón Figueroa entregó La Llave de la Ciudad a Don Alberto Btesh y lo declaró Huésped de Honor del Distrito de Panamá, en reconocimiento a su valiosa y destacada labor como ciudadano y profesional. Btesh recibió la condecoración por sus méritos sobresalientes, ya que con su trabajo ha contribuido al desarrollo de Panamá. La resolución alcaldicia destaca que en el 1969, Btesh fundó su primer negocio que años más tarde se convirtió en Multibank y en el año 1994 creó también el Instituto de Microfinanzas para apoyo al pequeño y micro empresario del país. El empresario destacó visiblemente emocionado a los periodistas, invitados especiales, amigos y familiares que seguirá trabajando ya que su compromiso con Panamá no tiene ni tendrá fecha de vencimiento. La Llave de la Ciudad es entregada por la Alcaldía de Panamá únicamente a las personalidades nacionales o extranjeras que por sus notables méritos son declarados además Huéspedes de Honor del Distrito de Panamá”.
Los contrastes conceptuales son parte del encanto de este museo.
Selecta Magazine, 1 de agosto de 2015: “Multibank – 25 años de progreso y visión empresarial. Entrevista.
Háblenos un poco de Don Alberto el pintor.
Todo empezó durante un viaje en crucero, el paisaje marino me inspiró y comencé a pintar aquél hermoso momento, desde ese día no he dejado de hacerlo.
¿Cuántas obras tiene Don Alberto Btesh y cuál es la que más aprecia?
Alrededor de 1,000 obras. Están expuestas en los pasillos de Multibank y gratuitamente en el Museo Único Alberto Btesh, ubicado en Plaza Concordia. La obra que más aprecio es “El Sacrificio de Isaac”, expuesta también en el museo.
Usted ha destacado por su labor social. Háblenos un poco de su fundación y su satisfacción como filántropo.
No hay mejor sensación que brindar apoyo. Me lo inculcaron desde pequeño.
En 1996, creamos la Fundación Alberto y Pamela Btesh, con el compromiso de mejorar la calidad de vida de niños, jóvenes y ancianos a nivel nacional.
Post en Instagram de Karen A. Cheong, @missaceras: “Museo Único - Albert Btesh Increíble, se debe crear más cultura a la apreciación, todo tiene valor y amor”, seguido de emoji de paleta de colores y emoji de corazón.
Vista del Museo Único Albert Btesh.
Arte inesperado
Arquitectónicamente, el centro comercial Plaza Concordia en Vía España debería ser una joya. Inaugurado a principios de la década de 1990, fue diseñado por Richard Holzer, uno de los arquitectos más importantes de Panamá, quien también creo la firma Holzer & Narbona con Marcelo Narbona, arquitecto panameño que es considerado uno de los coleccionistas de arte más importantes de la región. Digo “debería ser una joya” porque sus elementos modernistas quedaron opacados por una plaza comercial que nunca despegó.
Ubicada entre la sede del Banco Nacional de Panamá y el edificio de la tienda por departamentos Collins (ex Sarah Panamá y Figali), entrar en su espacio es como meterse en una máquina del tiempo e ir 25 años al pasado. Los comercios que han sobrevivido allí se perciben como anticuados, siendo la única marca que se mantiene la de Almacenes Kosmas, una tienda de ropa tradicional, por así decir. Hay comercios genéricos de ropa, zapatos y artículos de cuero; el food court tiene puras fondas, nada de franquicias. El ambiente en general, a pesar de la luz natural de la enorme cúpula en su área central, es de melancolía, mediocridad y poca elegancia. El centro comercial El Dorado, en la Tumba Muerto, estuvo así por años y solo hasta ahora, con una gran inversión, ha salido de su estupor arquitectónico y comercial.
¿Qué nombre tendría este payaso si existiera?
La presencia de dos oficinas del estado, una de tránsito y otra para obtener pasaportes (que creo que ya no está), hacen que todo tipo de personas visiten Plaza Concordia con el único objetivo de cumplir con un trámite e irse de una vez. La presencia de hoteles en el área, y la ubicación céntrica de docenas de edificios de apartamentos hacen que muchos inmigrantes también frecuenten la plaza, que convenientemente tiene un local de Western Union. Con esto quiero decir que también es usual ver a “mujeres de la noche” de día en la plaza, haciendo compras, almorzando, etc., algo que por supuesto también sucede en otros centros comerciales pero que aquí se nota un poco más.
Todo esto suma al argumento de que Plaza Concordia no es el espacio comercial más bonito o visitado de una ciudad reconocida internacionalmente por sus malls. A pesar de tener sus bondades y su uso, se ha estancado en el tiempo y da la impresión de vivir de glorias pasadas… como un boxeador retirado.
Por eso sorprende que exista un “museo” con cientos de obras en su segundo piso. Esta no fue la primera ubicación del Museo Único Albert Btesh, vale señalar. Cruzando el puente elevado que atraviesa la Vía España, ese que el banquero pintor también hizo según el artículo de la Estrella de Panamá antes referido, se encuentra Gran Morrison. El piso superior de la tienda tiene espacio para locales comerciales donde hubo un bar “de trampas” durante un tiempo; no sé si fue ahí o al lado que Btesh eligió el primer espacio para su museo, que años después cruzó la calle a Plaza Concordia. Uno imagina que este empresario de éxito ha de contar con otras propiedades, quizás en barrios o en edificios más nice, pero por alguna razón eligió estas dos ubicaciones para mostrar su arte. Debe de salirle barata la renta, tal vez.
Una sirvienta melancólica circa 1890.
Así que el que visite Plaza Concordia para hacer un pago o comprar ropa económica, si se decide a pasear por el segundo piso, de la nada se encontrará con este museo “único”. Es un espacio grande y rectangular sin mayor decoración con vista a Vía España. En la entrada está una persona (¿curador? ¿guía? ¿custodio?) que da la bienvenida y responde las preguntas que le hagan, aunque siguiendo un libreto limitado (“el señor Btesh es dueño de un banco, ya está jubilado y sí, todos los cuadros los pintó él). Las obras están dispuestas sin un orden particular, ni cronológico ni temático. El recorrido puede ser aleatorio por esta razón, y la sensación al recorrer sus pasillos improvisados con tableros móviles es una de abrumo, primeramente, para luego dar paso a sentimientos de asombro, humor, sorpresa, compasión y finalmente confusión.
Otra de las varias domésticas de la colección, esta tomándose un cinco. Parece que le falta un cigarrillo o que está soplándose las uñas.
No hay que ser un profesor de arte para saber que la técnica de Btesh el pintor es una básica. Algunos dirían que su arte posee un elemento naif, o ingenuo, donde la expresión es contundente e infantil a la vez, carente de refinamiento propio del conocimiento de técnicas. Otros dirían que es totalmente kitsch, o cursi y trivial en su encanto. Su gusto por los maestros impresionistas se combina con algo de comic prototípico, y se podría decir que en general su estilo es uno que carece de estilo, porque cada obra es distinta entre sí e identificable dentro del canon del artista.
Auto reconocimiento y almacenaje
Solo los grandes maestros o artistas destacados cuentan con museos propios. Está el Van Gogh Museum en Ámsterdam; el Museo Frida Kahlo en Coyoacán, ciudad de México; o el alucinante Teatro-Museo Dalí, en Figueras, un pueblo del norte catalán; o la Capilla Rothko, un monumento a la serenidad en la inmensa Houston. De estos ejemplos solo Dalí tuvo la previsión, determinación y presupuesto para crear en vida su propio museo (¡está enterrado allí y todo!). Más recientemente el fotógrafo, arquitecto y crítico japonés Hiroshi Sugimoto, cansado de ver espacios de arte mal concebidos alrededor del mundo, decidió crear su propio museo en un área pintoresca entre el mar y las montañas de Japón; allí se mostrarán exhibiciones curadas por la Odawara Art Foundation, la organización sin fines de lucro de Sugimoto.
Esto nos dice que el arte se aprecia mejor en un espacio diseñado para ello y ubicado en un lugar agradable. En ese sentido, el Museo Único Albert Btesh se beneficiaría enormemente con tener otro local, uno más visible en un área más accesible y con una decoración que por lo menos se sienta artsy.
¿Calidad versus cantidad? Esa es la pregunta.
¿Y qué del arte en sí? ¿Es Albert Btesh un artista o un pintor ocasional? Sus piezas, que él mismo afirma son alrededor de mil, están principalmente en su museo y también distribuidas en las casi 30 sucursales de Multibank en todo el país. Entrar a la casa matriz en Vía España es como ver una extensión del museo, y de todos los caprichos que el dueño de un banco pueda tener, el mostrar su arte en sus sucursales es algo que hasta resulta cool y diferente. De hecho, el arquitecto Narbona posee un negocio altamente rentable alquilando arte de su extensa colección a bancos y otras instituciones para decorar sus paredes y oficinas.
Una periodista que entrevistó a Btesh en años recientes afirma que el banquero le dijo que comenzó a pintar a los sesenta años, al jubilarse, y que fue en ese crucero antes mencionado que tomó el cursillo de arte que abrió las puertas de su creatividad. El ahora octogenario lleva veinte años pintando, ergo la colección tan grande y el tiempo para hacerla.
Retrato del artista en la entrada de su propio museo.
Tampoco existe una temática en sí en las pinturas figurativas de Btesh. Como que pinta lo primero que le viene a la mente cada día, sin recapitular en lo que ha hecho antes o pensar en lo que quiere hacer después. Tiene paisajes que pueden ser de países visitados o de fantasía, pero nada que se identifique con claridad; tiene escenas de Panamá y Casco Antiguo, aunque carentes del encanto de las acuarelas que usualmente se usan para estas escenas nacionales; tiene retratos de mujeres, algunas desnudas, varias de ellas con uniforme de empleada doméstica; hay payasos, carros y langostas también. Es fácil imaginar a un Dalí o a un Schiele empatizando con Btesh, ya sea como artistas o como hombres que proyectan sus deseos en sus pinturas.
En el museo todas las obras poseen un código de barra que las marca como propiedad de Multibank, otra movida curiosa pero entendible por parte del artista. Por eso se puede pensar que este museo puede ser un depósito glorificado, un lugar donde Btesh pueda mostrar su trabajo de años sin tener a su talento guardado en un depósito oscuro y húmedo.
¿Quién será ella que fue plasmada con tanta ternura?
Además, su carácter prolífico no puede ser ignorado. Es el eterno debate de calidad versus cantidad. Y sin contradecir al artista, se debe reconocer que algunos trabajos lucen inconclusos a pesar de ya estar enmarcados y expuestos.
El Instituto Nacional de Cultura le rindió honor a Juan Manuel Cedeño, uno de los pintores clásicos de Panamá del siglo pasado, nombrando una galería en su honor ubicada en la Plaza de Francia. Raúl Vásquez Sáez, el padre ilegítimo del movimiento conocido como “la escuela de Azuero”, es meritorio de un museo acompañado de sus acólitos, pero la mayoría de su obra descansa en una colección privada. Si se busca en Google “Alberto Btesh pintor Panamá” no encontrará ni una imagen de un cuadro suyo, a pesar de la cantidad que existen.
¿Acaso no vale de nada esta cantidad de trabajo? ¿Es un capricho tener un museo propio solo porque se puede? Aunque algunos expertos puedan responder de una vez en negativo y afirmativo respectivamente, estas quedan como preguntas retóricas o de reflexión general.
Mientras tanto, se presenta a este Museo Único Albert Btesh en Plaza Concordia como una atracción turística curiosa y poco conocida dentro de la ciudad. Para los amantes del arte en general, queda como un tipo de lección sobre lo que representa ser un pintor. O no serlo.
Esta Betty Page con langosta es una de las obras más interesantes de la colección. ¿Representará lo prohibido?